El pasado 30 de junio ostentaba el dudoso honor de ser el día de mayor destrucción de empleo de la historia de España, con 257.014 empleos suprimidos. Hasta hoy. Mejor dicho, hasta el 31 de agosto. Ese día se dieron de alta 46.779 personas en la Seguridad Social, mientras que se dieron de baja 313.141. Es decir, la afiliación cayó en una sola jornada en 266.362 personas. El fin de la temporada de verano hizo que se extinguieran miles de contratos que no se reponen con nuevas altas precisamente por ese bajón de la actividad turística, lo que, sumado al parón de actividades como la industria o la educación y a la proliferación de contratos cada vez más cortos (incluso de un día) explican el fenómeno.
El dato de récord del pasado junio, al menos, había traído un consuelo, puesto que el saldo medio de aquel mes sí fue positivo. La media de afiliación creció en 87.000 personas en junio. La media de afiliación es el dato que suele usarse para medir el comportamiento del empleo porque elimina los altibajos que se producen en el día a día en las oficinas de la Seguridad Social y la foto del número de cotizantes es más fiel. Sin embargo, acudir a esta media no supone demasiado alivio en agosto. El mes pasado, la media de afiliación registró un descenso de 179.485 cotizantes.
Si bien no ofrece la foto más fiel de la evolución del empleo, el dato diario de afiliación sí da cuenta de la alegría con que se firman y extinguen contratos en España, debido a la alta -muchas veces abusiva, a veces incluso fraudulenta- temporalidad. De hecho, según la patronal de empresas de trabajo temporal Asempleo, una cuarta parte de los contratos que se firman en España dura menos de siete días. Así, en agosto se firmaron más de 1,5 millones de contratos, de los que apenas el 7,5% eran indefinidos. Los contratos de una semana, de un día incluso, están a la orden del día e incluso muchos empresarios dan de baja a un trabajador al acabar un mes y le vuelven a dar de alta al comenzar el siguiente.
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