La principal conclusión de la siguiente ensalada de datos es que la auténtica brecha de género está marcada por las necesidades de conciliación para el cuidado de hijos u otros familiares. A la hora de abordar una cuestión tan amplia la primera pregunta que hay que responder es ¿están las mujeres infrarrepresentadas en el mercado laboral? Los datos evidencian que sí. En España hay 19,8 millones de mujeres mayores de 16 años y, por tanto, en edad de trabajar, esto es un millón más que hombres (18,8 millones).
Sin embargo, de todos ellos la tasa de empleo, que según la última definición oficial es la proporción de personas que tienen un trabajo de entre todas las que están en edad de trabajar, es del 54,9% de los hombres y del 43,5% de las mujeres. Esta es la primera de todas las brechas: la tasa de empleo de los varones es 11,4 puntos superior a la de las mujeres.
La Unión Europea está utilizando ahora la tasa de empleo sobre la población total en edad de trabajar y no sobre la población activa (en edad y disposición de trabajar) porque elimina el filtro de las mujeres que no buscan empleo por distintos motivos y, por tanto, refleja más claramente la subrepresentación de la mujer en el mercado laboral. Y es que no se trata solo de un problema español. En la UE28, la brecha de género es de 10,5 puntos, levemente inferior a la española.
Una vez constatado que la participación de la mujer en el mundo laboral es notablemente inferior a la del hombre, lo siguiente es preguntarse sobre la calidad de las relaciones laborales de unos y otros. En este punto parece que las cifras estadísticas no reflejan tal discriminación. Según la última Encuesta de Población Activa (EPA), el 26,4% de las mujeres tiene un contrato temporal y en muy similar cuantía, el 25,7% de los hombres también es eventual. En consecuencia, de los 11,6 millones de trabajadores que en España tienen un contrato indefinido, la mitad aproximadamente son hombres (el 52%) y la otra mitad mujeres.
Pero ¿qué ocurre con los salarios? ¿Qué dicen los datos? En este caso vuelve a existir una brecha de sexos más o menos abultada según se mida. No existen datos ni estadísticas oficiales que estudien el salario de hombres y mujeres con puestos y carreras laborales similares dentro de un mismo sector, que sería la forma óptima de estudiar el fenómeno. Ante esto, hay varias formas de aproximarse a la brecha salarial. Una de ellas es un indicador de desigualdad que maneja el INE y que analiza la proporción de asalariados cuya ganancia por hora está por debajo de los dos tercios de la ganancia mediana. En este caso el 65% de las mujeres estarían encuadradas en esta definición de “ganancia baja”.
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