El BCE ha dado la sorpresa y ha definido cuál será la hoja de ruta para la retirada de estímulos. El consejo de Gobierno de la institución, que se reunió hoy en Riga y cuenta por primera vez con el español Luis de Guindos en la vicepresidencia, ha decidido anunciar que las compras de deuda finalizarán en el mes de diciembre. Se prolongan por tanto desde el mes de septiembre, fecha inicial para su término y a partir de la cual se reducirán desde los 30.000 millones de euros al mes a los 15.000 millones, hasta finalizar al término del año.
El BCE ha dado además una primera indicación sobre cuándo llegaría la subida de tipos. Ha señalado que seguirán en los niveles actuales al menos hasta el verano de 2019, o el tiempo que considere necesario para alcanzar los objetivos de inflación y estabilidad de precios. El alza de tipos de interés, en el 0% desde marzo de 2016, podría llegar por tanto a partir de septiembre del próximo año, si bien Mario Draghi ha evitado dar cualquier pisa del momento para esa primera subida. La institución ha reiterado además que continuará con la reinversión de los vencimientos de deuda por un tiempo prolongado una vez hayan finalizado las compras netas de deuda, sin que en la reunión de hoy se haya debatido sobre el futuro de las reinversiones, según ha explicado Draghi.
El BCE sorprendió al comenzar a poner fechas a su repliegue de estímulos, que en todo caso está en línea con lo que esperan los expertos. Pero en ningún caso lanzó el mensaje de acelerar la subida de tipos. De hecho, Mario Draghi recordó que la política monetaria va a seguir siendo acomodaticia, con los tipos al cero, la extensión de las compras de deuda a diciembre y la reinversión de los vencimientos.
El presidente del BCE ha explicado en rueda de prensa que la institución considera que se dan las condiciones para confiar en que la inflación se acerca al objetivo cercano al 2%, de manera sostenida y generalizada en la zona euro. En mayo registró el 1,9% interanual, con una subyacente del 1,3%. Draghi también reconoce que los últimos indicadores económicos son más débiles, después de que la zona euro alcanzara el pico de crecimiento tras la crisis el pasado año, y considera que aun así muestran una economía robusta, con ímpetu en las exportaciones. «Un crecimiento del 0,4% es aún un crecimiento elevado», ha señalado Draghi.
Aun así, el BCE ha reducido a la baja su estimación de alza del PIB en 2018 respecto a sus previsiones de marzo y ahora espera el 2,1% este año (frente al 2,4% de hace tres meses), el 1,9% en 2019, que permanece sin cambios, y el 1,7% en 2020. Las estimaciones de inflación se han revisado al alza respecto a marzo, con una previsión del 1,7% para este año y 2019 (frente al 1,4% de marzo para ambos años) y también para 2020. Tales estimaciones no incluyen el efecto de los aranceles anunciados por EE UU a los productos europeos, que Draghi cree tendrán un efecto limitado por lo conocido hasta ahora.
Draghi ha explicado que las decisiones tomadas hoy han sido por unanimidad y que hay plena sintonía en el BCE en que hay que seguir siendo «pacientes, prudentes y persistentes» hasta lograr la convergencia en la estabilidad de precios en la zona euro, que debe ser sostenible y no un fenómeno puntual.
Al BCE no le ha temblado el pulso a la hora de anunciar cómo será el repliegue de los estímulos monetarios, a pesar de los recientes acontecimientos que invitaban a pensar en un aplazamiento a la reunión de julio. Draghi ha reconocido que las incertidumbres son evidentes, pero ha insistido en que la situación de fondo de la economía de la zona euro no ha cambiado. De hecho, el BCE ha afrontado su reunión de hoy bajo la resaca de la reciente crisis política en Italia, que hizo por momentos temer por el compromiso de la tercera mayor economía de la zona euro con la divisa comunitaria, y con la inquietud por la tensión comercial y la amenaza proteccionista de EE UU y los indicadores que muestran un crecimiento económico en la zona euro más débil.
Con su decisión, Draghi manda además un mensaje a Italia, que se encontrará a un BCE en retirada en caso de que la política del nuevo gobierno y una posible indisciplina fiscal ante las exigencias de Bruselas puedan volver a tensar su coste de financiación como se vio en jornadas pasadas.
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