Aunque la mayoría de los analistas de los mercados financiero y bursátil terminaron 2016 en la creencia de que el Banco Central Europeo (BCE) no haría cambios en su política monetaria expansiva, al menos a medio plazo, los datos conocidos en este principio de año ya han empezado a hacer cambiar de opinión a más de uno. Y el más decisivo, por ahora, ha sido la última subida de precios en la Eurozona, la mayor desde septiembre de 2013.
Según adelantó este miércoles Eurostat, la inflación en los 19 países que tienen al euro como moneda común repuntó en diciembre hasta el 1,1%, medio punto más que el mes precedente según los datos armonizados que elabora la agencia estadística europea. Detrás de ello está, fundamentalmente, el encarecimiento de las materias primas energéticas.
El petróleo (tomando como referencia el de clase Brent, el más demandado en Europa) ha elevado su coste en origen un 44% en los últimos 12 meses, y un 16% si tomamos como referencia el anuncio de reducción de producción hecho por la OPEP el pasado 30 de noviembre (aunque la medida no entró en vigor hasta este 1 de enero). Ayer se encareció un 1,3% y cerró con un valor de 56,3 dólares el barril, cinco más que al final del referido noviembre.
A su vez, y según el último Boletín Petrolero de la UE, el precio medio de la gasolina-95 (la más usada en los automóviles) se incrementó un 1,1% de media, llegando en España a los 1,22 euros por litro, su nivel más alto desde agosto de 2015. Desde Eurostat apuntan que el coste de la energía en la Eurozona se encareció un 2,5% en el último mes de 2016, lo que contrasta claramente con el descenso del 1,1% en el anterior.
Fue el primer aumento de los precios energéticos desde junio de 2014, aunque buena parte de los analistas adelanta ya que no será el último a la vista de la evolución alcista del llamado ‘oro negro’ y a que, en términos comparativos, los valores de la primera mitad de 2016 todavía seguían siendo más bajos.
Aunque no fueron ellos los únicos responsables del repunte de la inflación. El coste de los alimentos frescos subió un 2,1% en la cesta de la compra, el triple de lo que lo hizo en noviembre, mientras el precio de los servicios se elevó un 1,2%, una décima más que en dicho mes.
En cualquier caso, otros datos también parecen apuntalar la tesis de que el indicador de precios va a consolidar su tendencia alcista, aunque todavía le queda un trecho para llegar al objetivo tradicional del 2% anual que se marca el BCE. Y es que la inflación subyacente, aquella que no toma en cuenta ni a la energía ni a los alimentos frescos, se incrementó un 0,9% en diciembre -solo dos décimas menos que el índice general- frente al 0,8% del mes anterior.
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