El impuesto sobre sociedades español está otra vez en el punto de mira después de que el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, denunciara en el Congreso que el tipo efectivo de los grupos consolidados se sitúa en el 7,6% frente al 18% que abonan las pymes. Además, Montoro señaló que la recaudación del IRPF y del IVA ya ha recuperado los niveles previos a la crisis, algo que no ha sucedido con el impuesto sobre sociedades, que hoy aporta la mitad de lo logrado en 2007.
Aunque las palabras del ministro pudieran sugerir lo contrario, los últimos datos de recaudación fiscal publicados por Eurostat y que corresponden a 2015 reflejan que el impuesto sobre sociedades español es, entre las grandes figuras fiscales, la que más se acerca a las cifras de la UE. Según Eurostat, el conjunto de países de la Unión Europea recaudó por el impuesto sobre sociedades el equivalente al 2,5% del PIB. En el caso español, la recaudación alcanzó los 25.945 millones, un 2,4% del PIB. Sólo una décima por debajo de la media. La diferencia es mayor en los otros impuestos. En el caso del IRPF, la recaudación media de la UE se situó en el 9,4% del PIB frente al 7,4% registrado en España. Los ingresos por IVA sumaron un 7% del PIB en la UE28 y un 6,5% en España.
Los tres países que más ingresan por Sociedades tuvieron la consideración de paraísos fiscales por España. Así, precisamente el impuesto que genera mayor recelo y críticas es el más homologable a los estándares europeos. La recaudación del 2,4% del PIB que registró España por Sociedades es el mismo nivel que Alemania, dos décimas inferior a Francia o Dinamarca y superior al 2% registrado en Italia.
El Registro de Economistas Asesores Fiscales (REAF), órgano especializado del Consejo General de Economistas, defendió en un informe reciente que era erróneo, como hizo Montoro, tomar como referencia la recaudación del impuesto sobre sociedades de 2007. En ese año, los ingresos por Sociedades superaron los 50.000 millones de euros, una cifra nunca vista y que equivalió al 4,8% del PIB. El resultado está inflado por el efecto de la burbuja inmobiliaria y por las grandes plusvalías obtenidas en el momento alcista del ciclo. De hecho, el impuesto sobre sociedades español de 2007 contenía muchas más deducciones y beneficios tributarios que el actual. En ese año, por ejemplo, las empresas podían deducir sin ningún límite los gastos financieros. En cualquier caso, los beneficios extraordinarios eran de tal calibre que disimulaban los múltiples agujeros que contenía el tributo.
El impuesto sobre sociedades vigente es el resultado de la reforma fiscal que aprobó el Gobierno en 2014 y con Montoro al frente de Hacienda. En esa reforma, el Gobierno bajó del 30% al 25 los tipos nominales y acotó los beneficios fiscales. Así, el hecho de que los grupos consolidados tributen al 7,6% y las pymes al 18%, como señaló Montoro, es responsabilidad del modelo ideado por el departamento del ministro. Aun así, expertos fiscales aseguran que este tipo de comparaciones resultan equívocas. Alertan de que el tipo efectivo citado por Montoro se obtiene al poner en relación el pago del impuesto sobre sociedades en España con el beneficio global de las empresas.
Así, cuanto más internacionalizada esté una empresa y más ganancias logren en el extranjero, menor será el tipo efectivo en España. Para evitar la doble imposición, los beneficios en el exterior que ya han tributado no pagan el impuesto en España. Un gravamen efectivo bajo no necesariamente es el resultado de una planificación fiscal agresiva. Por otra parte, solo el 30% de las 1,4 millones de empresas que hay en España paga el impuesto sobre sociedades. El resto, declara pérdidas o no tiene actividad.
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