Las firmas de abogados han conseguido ajustar sus márgenes y aumentar sus tarifas en la última década para contrarrestar el descenso de horas facturables desde el estallido de la crisis en 2007. El mundo legal es un sector que ha cambiado sustancialmente desde que empezara la crisis financiera global hace ya una década. Sus clientes también han aprendido la lección estos años y ahora exigen más por su dinero, por lo que las empresas no se cortan en pedir una mayor eficiencia, control de costes y seguridad, ya que la calidad en el servicio contratado la siguen dando por supuesta.
Sin embargo, los bufetes, aunque no lo están teniendo fácil para cumplir con las nuevas exigencias de los clientes, están cumpliendo con estas expectativas. El estudio Report on the State of the Legal Market 2017, elaborado por el Centro de Estudios de la Profesión Legal de la Universidad de Georgetown y Thomson Reuters Legal Executive Institute, concluye que el factor que está impactando de manera más positiva en el sector legal es la posibilidad de aumentar sus tarifas entre un 2% y un 3%, ya que otras variables, como la productividad o la demanda de servicios siguen cayendo, mientras que los gastos internos crecen. Se trata de una situación bastante similar a la que sufre el sector legal español, que continúa en un proceso de reestructuración interna para poder manejar de manera más efectiva estos factores y conseguir así un aumento de su rentabilidad.
Uno de los aspectos que más preocupa es el descenso de la productividad. En 2007, cada abogado podía facturar 134 horas por mes, mientras que en 2016 la cifra rondaba los 120 euros. Esto significa, según el cálculo realizado por el informe, que la productividad anual por abogado había caído en 66.672 dólares (algo más de 62.300 euros).
Esta pérdida de valor se reparte de manera bastante desigual dependiendo de la categoría del letrado: los asociados han reducido su productividad un 3%, mientras que el personal más sénior llega hasta el 20%. Los socios, ya sean de cuota o no, tampoco se salvan de firmar estos malos resultados, ya que sus horas facturables han caído en un 11% y un 16%, respectivamente.
A pesar de ello, la rentabilidad de los bufetes se mantiene, en líneas generales, en términos positivos. La recuperación del empleo confirma la buena salud de los despachos de abogados cuyos márgenes de beneficio aún superan el 35%. Estas cifras demuestran que el sector ha sabido reaccionar a tiempo a la nueva realidad empresarial y financiera que ha traído la crisis y que han sabido adaptar sus estructuras para continuar mostrándose como una industria rentable.
Otro dato positivo se esconde detrás del aumento de los gastos, que tocaron fondo en 2010 y que ahora crecen a un ritmo inferior al 4%. La respuesta, según el informe de la Universidad de Georgetown, se encontraría en la recuperación paulatina del empleo en el sector. Después de los despidos masivos en los años más duros de la crisis, los bufetes vuelven a crear empleo en todos los escalafones, lo que ha provocado que no se haya alterado sustancialmente su leverage, que supera el de dos abogados por cada socio.
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