El pleno del Parlamento Europeo ha aprobado la ratificación del controvertido acuerdo comercial negociado por la Unión Europea y Canadá (CETA), lo que permitirá su entrada en vigor provisional esta misma primavera, a la espera de que los parlamentos nacionales den luz verde a su aplicación definitiva. El pacto comercial ha sido respaldado con 408 votos a favor, 254 en contra y 33 abstenciones, con el apoyo mayoritario del Partido Popular Europeo (PPE), Liberales (ALDE), Conservadores y Reformistas (ECR) y un voto divido según delegaciones nacionales en el seno de Socialistas y Demócratas (S&D).
Los Verdes y la Izquierda Unitaria se han opuesto a su ratificación, porque dudan de las garantías que ofrece en materia laboral, protección medioambiental y sanidad, y alertan del poder que da a las multinacionales frente a las leyes nacionales. También la líder del Frente Nacional francés, Marine Le Pen, ha anunciado el voto en contra de su grupo.
Mientras, en el exterior de la sede europarlamentaria en Estrasburgo (Francia) las plataformas contrarias al acuerdo de libre comercio y que critican la opacidad de las negociaciones han llevado a cabo una protesta pacífica que ha dificultada la llegada de eurodiputados a la sesión.
La Unión Europea y Canadá dieron por cerradas las negociaciones en agosto de 2014, pero el acuerdo definitivo no fue suscrito hasta octubre de 2016, tras superar los recelos de varios Estados miembros, en especial de Bélgica por el bloqueo ‘in extremis’ de su región valona. Casi la totalidad de las disposiciones del acuerdo entrarán en vigor de manera provisional previsiblemente en el mes de abril, si la parte canadiense también ratifica en las próximas semanas el texto negociado.
Sin embargo, la aplicación definitiva y total del acuerdo –incluidos elementos controvertidos como los tribunales de arbitraje– no será efectiva hasta que los parlamentos nacionales y regionales competentes en los países de la UE (hasta 38 cámaras) den su aprobación, lo que llevará varios años.
La Unión Europea cuenta con que el comercio de bienes y servicios entre las dos partes aumente un 25% con el CETA y que el PIB europeo crezca en unos 12.000 millones de euros al año.
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