Los trabajadores españoles son los europeos que menor tasa de actividad tienen después de los 65 años, lejos del 18,7 % de la media de los países de la UE de los 28 y por debajo de otros con poco envejecimiento activo, como Hungría (6,6 %) Francia o Bélgica (8,7 % ambos), según datos de Eurostat relativos a 2015.
La mayor tasa de empleo más allá de los 65 años corresponde a Estonia (42,4 %), seguida a continuación por Portugal (37,8 %), el Reino Unido (34,2 %), Rumanía (32,8 %) y Suecia (31,5 %). Detrás, se encuentran Letonia, Alemania, Dinamarca, Lituania, Holanda y Finlandia, que superan el 20 %, y ya por debajo del promedio están, entre otros, Austria (17,8 %) o Italia (13,7 %), aparte de una serie de países de reciente adhesión a la UE.
Desde el Instituto de Estudios Económicos (IEE) comentan a Efe que estos datos ponen de manifiesto la escasa participación en la vida laboral de los españoles que superan los 65 años en comparación con el resto de los países europeos. A juicio del IEE, la vida laboral se podría ampliar con diferentes medidas que pasan por combatir la discriminación por edad, promover la jubilación activa -compatibilizar el trabajo con el disfrute de la pensión de jubilación- o desincentivar las prejubilaciones.
No son los únicos expertos que se decantan por ampliar la edad de jubilación y dificultar el acceso a la misma de forma anticipada una vez que se ha abierto el debate sobre la estabilidad financiera del sistema de la Seguridad Social. En ese sentido ha girado la intervención del gobernador del Banco de España, Luis María Linde, esta semana en la comisión parlamentaria de seguimiento del Pacto de Toledo, donde propuso prolongar la edad de jubilación, que en la actualidad está en los 65 años y 5 meses, pero que alcanzará los 67 años en 2027.
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