En España aumenta la inversión el triple que las europeas al tiempo que además recortan su endeudamiento. Se trata de un círculo virtuoso favorecido por la reforma laboral y los bajos costes financieros. Desde 2012, las compañías españolas han podido aumentar sus márgenes para financiar estas inversiones, tal y como se desprende del informe anual del Banco de España.
En la zona euro planea el fantasma del estancamiento secular, esa teoría que a grandes rasgos dice que la economía crece poco porque no se invierte y el crédito está fundamentalmente dedicado a mantener a empresas zombi que no son productivas. Por más que suba el ahorro en Europa, ese dinero no se dirige hacia la inversión productiva, sino que se dedica a amortizar deuda o ahorrar para la jubilación del baby boom. Y precisamente ese marco intelectual ha justificado las bajas tasas de crecimiento en Europa.
Sin embargo, el último informe anual del Banco de España y los datos de Eurostat confirman que no se detecta ningún rastro de esa suerte de japonización en la economía española. Entre 2012 y 2016, las empresas españolas han elevado en casi 30 puntos la inversión en maquinaria y bienes de equipo, tres veces más que en la media de la zona euro, según datos de Eurostat. Esta rúbrica representa el principal componente de la inversión empresarial y en términos de Producto Interior Bruto se ha disparado desde 2012 en un punto de PIB, esto es, unos 10.000 millones de euros, muy por encima del nimio crecimiento de dos décimas de PIB registrado en la eurozona durante el mismo periodo.
Evidentemente, los números cambian si se tiene en cuenta la inversión en construcción, que permanece unos 50 puntos porcentuales por debajo de 2008 incluyendo la partida pública y la vivienda. Sin embargo, el capítulo de bienes de equipo y maquinaria se encuentra en unas cotas cercanas a 2008 a pesar de todo lo perdido con la crisis. “El notable vigor que ha presentado este agregado constituye un elemento diferencial con respecto a lo observado en otras economías de la zona euro, en las que la recuperación económica está siendo más débil y lenta, lastrada en parte por el escaso dinamismo de la formación bruta de capital fijo”, subraya el informe anual del Banco de España.
Y toda esta recuperación tiene una sorpresa añadida: se ha producido sin crédito. Es decir, a la vez que crece la inversión se ha reducido la deuda y la financiación bancaria. ¿Cómo es posible semejante alquimia? El Banco de España afirma que los ahorros brutos de las empresas han aumentado sustancialmente hasta “valores históricamente elevados”. Esto es, las compañías se han beneficiado de los menores costes salariales, financieros y de materias primas para poder tener mayores márgenes con los que autofinanciarse y reducir deuda.
“Las empresas tienen básicamente cuatro costes en su escandallo: el laboral, el fiscal, el financiero y el energético. Se puede criticar que lo hayamos hecho peor o mejor, pero hemos aprobado cuatro reformas que atacan precisamente esos costes”, ha afirmado en reiteradas ocasiones Álvaro Nadal, a la sazón jefe de la oficina económica de Moncloa y ahora ministro de Energía. Si bien esta argumentación no dice que probablemente las mayores bajadas de costes las han proporcionado de largo la política monetaria del BCE y el abaratamiento del petróleo.
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