El Banco Central Europeo seguirá activo en los mercados de bonos de la eurozona durante la mayor parte de 2018, frustrando las expectativas de que ponga fin al programa de expansión cuantitativa por 60.000 millones de dólares mensuales en junio. Los analistas prevén ahora que su presidente, Mario Draghi, diga en la próxima reunión del consejo de gobierno el 26 de octubre que el banco central prolongará las compras de activos hasta septiembre, o incluso diciembre de 2018.
A cambio de mantenerse en el mercado más tiempo, los banqueros centrales de la eurozona comprarán menos bonos al mes a partir de enero. La cifra podría bajar de los 60.000 millones de euros actuales, a 20.000 millones si el consejo de gobierno del BCE extiende el QE hasta diciembre de 2018. Hasta hace unas semanas, la mayoría de los analistas esperaban que comprase deuda por 40.000 millones de euros, pero sólo los seis primeros meses del año.
El argumento principal a favor de la ralentización es que retrasaría las expectativas de una subida de los tipos de interés hasta 2019. Esto, a su vez, debería eliminar uno de los mayores escollos para abandonar el QE: la fortaleza de la moneda única.
El consejo del BCE había prometido mantener los tipos en mínimos récord «más allá del horizonte» del QE para cimentar la recuperación económica del país. En 2019, se prevé que el tipo de interés principal de la Reserva Federal de EEUU suba desde el nivel actual de entre el 1% y el 1,25% a cerca del 2%. Al ampliarse la brecha entre los tipos de interés de la eurozona y EEUU, deberían aumentar las opciones de que el BCE alcance su objetivo de inflación justo por debajo del 2%.
Los mercados sospechan que el BCE podría quedarse sin activos para comprar ante los estrictos límites impuestos a la deuda pública que puede adquirir. El diseño del programa de QE implica que los bonos se compran en función del peso de cada banco central nacional en el capital del BCE, siendo el mayor el de Alemania. El problema es que no hay mucha deuda alemana que cumpla los requisitos de compra. Esas limitaciones van desapareciendo cuanto más se prolonga el programa y se ralentiza el ritmo de las compras, al haber más deuda disponible con el tiempo. Las autoridades creen que quedan bonos por valor de 300.000 millones de euros que podrían comprar. Preferirían comprometerse a adquirir una cifra ligeramente inferior, y tener margen así para aumentarlas si las condiciones se deterioran.
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