El Parlamento de EE UU ha aprobado, con la oposición de 13 republicanos y todos los demócratas, la reforma fiscal impulsada por el presidente Donald Trump y que supone un recorte de 1,5 billones de dólares en 10 años. El quiz de la cuestión es si el líder estadounidense conseguirá sacar adelante su propuesta en el Senado, donde es más patente la división en el seno del propio partido Republicano.
Tras la aprobación de la ley, Wall Street subía en torno a un punto porcentual. La rentabilidad del bono estadounidense a 10 años repuntó hasta el 2,35%. Sin embargo, no es esta la cita que esperan los mercados, que ya descontaban la luz verde del Congreso.
En el Senado, la norma se enfrentará a una segunda propuesta, elaborada por los republicanos de esta cámara, que han vinculado la aprobación de la norma a la derogación del Obamacare. El objetivo de Trump es aprobar la reforma fiscal antes de Navidad y anotarse así la primera victoria del presidente en el ámbito legislativo, pues desde que llegó a la Casa Blanca, no ha conseguido sacar adelante ninguna de sus propuestas normativas.
La reforma busca reducir la presión fiscal de las empresas a través de una rebaja del impuesto de sociedades de 20 puntos, desde el 35% actual –que sube hasta el 39,6% con las tasas locales– al 15%. Un descenso fiscal sobre el que recalcaron que no será solo para las grandes corporaciones sino también para las pequeñas y medianas empresas. También rebajará la tasa de repatriación de los beneficios obtenidos en el extranjero por las empresas estadounidenses y se reducirá de siete a tres los tramos de la fiscalidad de los contribuyentes –10%, 25% y 35%–.
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