El Banco Central Europeo no ha dejado ni una coma sin valorar. En sus manos está el texto con los cambios y novedades que Bruselas quiere implantar en el marco normativo del sector financiero y los especialistas del organismo comandado por Mario Draghi han mirado con lupa cada párrafo. El resultado es una lista de «recomendaciones» que el banco central ha remitido a los funcionarios de la Unión Europea con sus sugerencias de modificaciones que ocupa decenas de páginas.
Uno de los principales focos de preocupación es la normativa nacida al calor de la crisis financiera mundial que exige que los bancos tengan un determinado colchón de capital y deuda con capacidad para absorber pérdidas. En Europa este escudo responde al nombre de MREL y pretende asegurar que las entidades disponen de recursos para rescatarse a sí mismas sin apelar al bolsillo de los contribuyentes, de forma que sea el capital y la deuda emitida los que asuman pérdidas en caso de tropiezo. Es lo que se conoce como normativa de resolución.
El BCE ve con buenos ojos este nuevo requerimiento en sus términos generales, pero no tanto en los detalles que quiere imponer Bruselas. Y de ahí sus recomendaciones de cambio. ¿Las principales? No debe haber una cifra de MREL para cada banco que sirva como guía ideal más allá de la exigencia concreta que tenga la entidad y el periodo de gracia para que una firma pueda rehacer su colchón anticrisis antes de que las autoridades le impidan pagar dividendos, cupones de sus CoCos o la retribución variable debe duplicarse.
En el primer caso, la nueva regulación de la UE contempla que las autoridades de resolución puedan dar una directriz a un determinado banco para que tenga deuda anticrisis por encima de su requerimiento de MREL. El objetivo sería «cubrir las pérdidas adicionales potenciales de ese banco y reafirmar la confianza del mercado en la resolución», según la propuesta de Bruselas.
El BCE pide a la Unión Europea que retire esa idea. En lugar de dar confianza al mercado, el establecimiento de una especie de MREL ideal puede ser tomado por los inversores como un requerimiento que se debe cumplir y, por tanto, llevar a que se castigue a las entidades que no lo hagan. Además, recuerda este organismo, para prevenir la posibilidad de que la exigencia se quede corta, existen en la regulación otras opciones menos dañinas, como la posibilidad de imponer un «margen de seguridad» que incremente la cifra total.
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