Los tiempos en los que el canciller Schröder arremetía contra la España de Aznar por incrementar el PIB a costa de Alemania -”es bonito crecer gracias al dinero alemán”, llegó a decir el germano en pleno maná de fondos europeos-, están llegando a su fin. Aunque las negociaciones están todavía muy verdes, lo cierto es que el Gobierno se prepara para un cambio transcendental. España dejará de ser muy pronto beneficiario neto de los fondos de cohesión de la Unión Europea. O lo que es lo mismo, pagará más dinero a la UE del que finalmente reciba.
El motivo tiene que ver con que la Comisión Europea ya ha reclamado incrementar las aportaciones de los Estados miembro (IVA, PIB y recursos tradicionales como los aranceles) para poder disponer de mayores recursos para sus políticas propias, pero también por la salida de un contribuyente neto como es el Reino Unido. Esto hará que algunas comunidades autónomas queden fuera del paraguas financiero que ahora ofrece la UE. En particular, aquellas que en los últimos años han podido converger más con Europa en términos de riqueza relativa.
Hay que tener en cuenta que la UE considera regiones menos desarrolladas a aquellas cuyo PIB per cápita sea inferior al 75% del PIB medio de los 27 países miembros. Esta es la situación actual de Andalucía, Castilla-La Mancha, Extremadura y Galicia. La dotación para todas las regiones europeas ascenderá entre 2014 y 2021 a 164.279 millones de euros, lo que da idea de su importancia.
Igualmente, se consideran regiones en transición aquellas cuyo PIB per cápita se sitúe entre el 75% y el 90% del PIB medio de la UE, mientras que, en este caso, la dotación pactada asciende a 31.677 millones de euros. Canarias, la Comunidad Valenciana o Castilla y León se encuentran dentro de esta clasificación. De cualquier manera, sumas ingentes que hoy están en el alero.
En el último sexenio, España ya ha sido contribuyente neto en dos ocasiones (en 2014 pagó 1.543 millones más de lo que ingresó y, en 2016, el saldo financiero negativo en términos de caja fue equivalente a 523 millones de euros), pero ambos ejercicios han sido la excepción y no la regla durante las últimas tres décadas. De hecho, si se cumplen las previsiones, España habrá ingresado en 2017 casi 826 millones de euros más de lo que reciba. Un excedente que se sitúa ya muy por debajo de los años 90 o de la primera década de este siglo, cuando se sobrepasaban los 5.000 millones de euros de saldo positivo cada anualidad.
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