Europa creció el año pasado al 2,5%, el ritmo más alto en 10 años. El PIB europeo avanzará a una velocidad de crucero superior al 2% al menos hasta 2020, según las previsiones de invierno de la Comisión Europea. Y aun así Bruselas teme sacudidas en los mercados, que entran en una fase de volatilidad por la retirada de los estímulos monetarios por parte de los bancos centrales. Si hay subidas de los tipos de interés sufrirán las economías más endeudadas, como la española.
«Una expansión sólida y duradera». Con esa frase arrancan las Previsiones de invierno de la Comisión Europea, que pronostican una suerte de primavera europea tras una década oscura de Gran Recesión y dilemas existenciales. La eurozona y la UE crecerán por encima del 2% los dos próximos años, las mayores tasas en 10 años. La creación de empleo sigue firme. Europa tiene incluso potencial de crecimiento sin utilizar.
Y aun así Bruselas hace ímprobos esfuerzos por moderar su optimismo: la recuperación –en gran medida cíclica, tras el fuerte batacazo desde 2008— irá desacelerando paulatinamente. La eurozona creció el 2,4% el año pasado, y avanzará a una velocidad de crucero del 2,3% y el 2% en 2018 y 2019. Al cabo, las cicatrices de la crisis siguen ahí.
Y son profundas. La inflación no está ni se le espera: seguirá en torno al 1,5% durante dos años más, lejos del objetivo del 2%, como síntoma inequívoco de que las corrientes de fondo en Europa (y en el mundo) son problemáticas. La tasa de desempleo sigue en torno al 8%, pero con picos superiores al 15% en países como España y Grecia: la divergencia entre Norte y Sur se deja notar y es también una potencial fuente de conflictos en Europa.
Los riesgos, según Bruselas, están equilibrados. A los mercados aún no les llega la camisa al cuello con la sacudida de esta semana, que se ha quedado en nada, pero sirve como recordatorio. La Comisión apunta que los índices de sentimiento económico están en máximos, y que las dinámicas de salarios e inversión mejoran. “Además, los claros progresos para reforzar la Unión Económica y Monetaria podrían elevar la confianza”, apunta el informe. Aunque los próximos pasos para reforzar el euro están de todo menos claros.
Las amenazas son variadas como los colores de una verdulería. La más grave es “un endurecimiento de las condiciones financieras globales”, una corrección rápida de los mercados financieros que tendría efectos secundarios peligrosísimos: puede ir acompañada de una subida de los tipos de interés que perjudique a las economías más endeudadas, como España. El papel de la Reserva Federal de Estados Unidos será crucial, así como la salida del BCE de sus medidas extraordinarias.
Todo eso «podría exponer las fragilidades relacionadas con el excesivo endeudamiento de los Estados miembros», admite Bruselas, que amplía los riesgos a los que se enfrenta Europa a las negociaciones del Brexit, a la posibilidad de una puesta en marcha de políticas proteccionistas (de nuevo con Estados Unidos como amenaza más seria) y las tensiones geopolíticas en Oriente Medio y Corea.
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