La normalización monetaria se abre paso en los mercados. Aunque Estados Unidos y la zona euro se encuentran en dos fases diferentes del ciclo económico, los bancos centrales de ambas regiones caminan firmemente hacia el fin de las políticas monetarias ultralaxas. Mientras la Reserva Federal afianza la subida de tipos, el BCE tan solo ha dado los primeros pasos para la retirada de las compras de activos, las mismas que ayudaron a la primera economía del mundo a hacer frente a las necesidades de financiación a la vez que se reducían los costes.
El presidente de la Fed, Jerome Powell, se estrenó en la Cámara de Representantes. Con motivo de la presentación del informe semestral de política monetaria, el responsable de la institución defendió una senda continuista de la política de Yellen. Es decir, mantiene la hoja de ruta de subir los tipos de manera “gradual” para evitar el sobrecalentamiento de la economía a la vez que se cumplen los objetivos de empleo e inflación que defienden los miembros del Comité de Mercado Abierto de la Fed (FOMC).
Powell intentó devolver la tranquilidad a los mercados, pero su esfuerzo cayó en saco rato. En el momento en el que afirmó que la economía de EE UU se ha fortalecido desde diciembre y que prevé que la inflación aumente los próximos meses, los inversores volvieron a poner en precio la posibilidad de que la Fed suba los tipos cuatro veces en lugar de tres como se preveía en diciembre de 2017. El bono de EE UU a 10 años retornó a máximos de 2014. Después de que en las últimas sesiones la rentabilidad de la deuda con vencimiento en 2028 cayese del 2,9%, recuperó este nivel. Estos ascensos tuvieron su réplica en los títulos a cinco y dos años que repuntaron al 2,67% y 2,27%, respectivamente.
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