Las ‘big four’, las cuatro grandes firmas de auditoría (Deloitte, EY, KPMG y PwC) que se reparten la revisión de cuentas de las compañías que integran el Ibex 35, ven crecer su negocio global, pero no todas salen igual de airosas de ese reparto. PwC y KPMG aprovechan la captación de clientes del selectivo de la bolsa a costa de EY y de Deloitte, que recortan su minuta de manera relevante.
La foto global a cierre de 2017 desvela que las 35 sociedades que integran el Ibex han abonado más de 280 millones de euros a las cuatro ‘big four’ por todos los servicios de auditoría realizados en el último año. Se encargan tanto de la revisión de sus cuentas consolidadas, como de sus distintas filiales internacionales, según detallan en los informes anuales de 2017. Esa cifra por ser «las auditoras principales» de las grandes cotizadas es un 7,4% más alta que la factura de 2016, cuando se quedó en 260 millones de euros.
No es el único negocio que captan porque, al margen de esas auditorías principales, las ‘big four’ participan de más actividades vinculadas a la revisión de cuentas. Son otros 128 millones de euros, que las empresas del Ibex no desglosan (no todas las compañías desvelan si trabajan con más compañías además de su auditor principal) ni informan sobre cómo lo distribuyen.
Este negocio está condicionado por un nombre: Banco Santander. La entidad financiera presidida por Ana Botín es la que mejor paga. El pasado año abonó más de 89 millones de euros a PwC, su auditor principal, por supervisar las cuentas de todos los negocios del banco. Pero hay más, porque repartió otros 115 millones a otras auditoras, de los que no da más detalles en su informe anual.
Más allá de la evolución global, el negocio de supervisar si las cifras del Ibex se adaptan a las normas internacionales de contabilidad pone de relieve que PwC y KPMG han disparado considerablemente su factura en el último año.
La primera crece un 31%. Suma más de 122,8 millones de euros, sobre todo gracias a la minuta del Santander; porque su segundo gran cliente es Telefónica, que se queda a gran distancia, dado que abona 18 millones por sus auditorías. La segunda, KPMG, es la firma que más crece. Multiplica por más de seis su factura al Ibex, gracias a captar desde 2017 la auditoría de BBVA (27 millones), que hasta ese año revisó Deloitte; y de Iberdrola (más de 28 millones de euros), que antes auditaba EY (la antigua Ernst & Young).
La pérdida de dos de los pesos pesados del Ibex ha golpeado a estas dos últimas firmas. Mientras el negocio de auditar al Ibex de Deloitte se recortó un 26% en 2017 (hasta 67,3 millones de euros); el de EY se desplomó un 72% (se quedó en 17,7 millones).
La tarta de auditar al selectivo no es algo continuo y, aunque este año no se esperan grandes cambios en las firmas que revisan a las grandes cotizadas, en los próximos ejercicios volverá a abrirse el baile de cambio de firmas que, al final, se siguen repartiendo entre las cuatro ‘big four’. Los cambios de los últimos ejercicios son fruto de la Ley de Auditoría que entró en vigor hace dos años y que, por primera vez, puso una fecha tope para obligar a las empresas a cambiar de revisor contable. Antes de esta ley podían estar de forma indefinida; después, el máximo es de 10 años.
La nueva regulación tuvo una particularidad. Obligó a iniciar esa rotación a las empresas que llevasen diez años (o menos) con el mismo auditor. Si llevaban más tendrían más tiempo y no estarían obligadas a cambiar antes de 2020 o 2023. A una de las que le tocará dentro de dos años es, por ejemplo, a Gas Natural Fenosa, que actualmente revisa PwC.
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