La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) ve muy difícil cumplir con la senda de déficit para el periodo 2018-2021 incluida en la Actualización del Programa de Estabilidad, según la cual se pasaría de un déficit del 3,1% del PIB en 2017 a un superávit del 0,1% en 2021. De acuerdo con el informe de la AIReF publicado hoy, la falta de credibilidad es mayor conforme avanza el periodo, en tanto que sitúa las mayores incoherencias en el capítulo de gasto, dado que es muy improbable que se reduzca en 2,4 puntos porcentuales el peso del gasto sobre el PIB.
Solo en 2018 la Autoridad prevé que el déficit llegue al 2,6% del PIB, frente al 2,2% comprometido por el Ejecutivo, incluyendo el coste de la responsabilidad patrimonial del Estado en la quiebra de las autopistas. Lograr el escenario presupuestario del Gobierno implicaría «sobrecumplir» la regla de gasto cada año del periodo contemplado, lo que la AIReF ve imposible por medidas como el aumento de los sueldos públicos, la subida de pensiones superior a lo inicialmente previsto, la suspensión de la aplicación del factor de sostenibilidad de las pensiones o las tensiones alcistas observadas en el gasto sanitario.
Por el contrario, las previsiones de ingresos están en línea con las estimaciones de la AIReF, ya que la recuperación de la actividad económica impulsará la recaudación de los impuestos directos, descontando el efecto de la reforma del IRPF. La AIReF no incluye en sus previsiones la creación del gravamen sobre determinados servicios digitales anunciado por el Ministerio de Hacienda ante la falta de concreción sobre su diseño e implementación.
Por ello, reclama al Gobierno un «esfuerzo de concreción» de las medidas para poder verificar la verosimilitud de la senda fiscal prevista en el Programa de Estabilidad, al tiempo que le recomienda la implantación de un marco fiscal presupuestario a medio plazo que cuente con un mayor consenso y participación de todas las administraciones implicadas. Respecto al cuadro macroeconómico, la AIReF avala las previsiones del Gobierno y dice que es verosímil la composición del crecimiento para el periodo, con la demanda interna como principal motor del crecimiento, sustentada por la evolución positiva de la inversión productiva y en construcción.
Asimismo, considera equilibrado el escenario de riesgos, pero piensa que podrían materializarse «sorpresas negativas» antes de lo previsto. En el corto plazo, dice que está por ver si el encarecimiento del petróleo responde a factores temporales o si existen razones más profundas que sostengan el nivel del equilibrio en torno a los valores actuales.
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