El Banco de España publicó el informe ‘La desigualdad de la renta, el consumo y la riqueza en España’, un análisis de lo que ha ocurrido con estas variables desde 2008 y hasta 2014. Una de las principales conclusiones que arroja el estudio es que la economía española sufrió un fuerte incremento de la desigualdad durante la crisis, sobre todo por el dramático aumento que experimentó el paro.
Sin embargo, el mayor tamaño de los hogares españoles frente a la media de los países de la OCDE, su apuesta por invertir en activos reales (fundamentalmente vivienda) y la favorable evolución de las pensiones lograron mitigar de forma sensible ese aumento de la desigualdad.
Así, el documento pone de manifiesto que hay una “reducida” dispersión salarial en España, mientras que la “abultada” tasa de paro durante los peores años de la crisis provocó una elevada desigualdad en términos de la renta bruta per cápita. No obstante, las diferencias de salario por hora entre el personal asalariado por cuenta ajena no son especialmente elevadas en España, en una comparativa internacional, ni se incrementaron a lo largo de la crisis.
Por el contrario, se produjo un aumento “muy significativo” del paro y una reducción de las horas efectivamente trabajadas, que castigó sobre todo a los grupos con menores salarios, lo que incrementó “considerablemente” la desigualdad de los ingresos salariales y de la renta bruta per cápita.
Además, el nivel de desigualdad en España, según el estudio, es menor cuando se analiza la renta bruta total del hogar, y esto es así como consecuencia de una evolución relativa “más positiva de las pensiones”. El hecho de que la pensión media tuviera a lo largo de la crisis una evolución “notablemente más positiva” que las rentas derivadas del empleo generó una reducción de la desigualdad de la renta total de los hogares. En cualquier caso, el 20% de los hogares con menores ingresos perdió en promedio más del 15% de su renta per cápita, frente al 5% de merma que sufrieron los hogares más ricos.
Medida en términos de consumo, el regulador apuntó que durante la crisis se incrementó también la desigualdad, sobre todo por la caída en el gasto en bienes duraderos. De hecho, la población con menor nivel de renta se vio obligada a reducir su gasto en consumo en casi un 15%, mientras los más acaudalados apenas lo hicieron en un 5%, en paralelo a lo que se había disminuido su nivel de ingresos.
Otra forma de medir la desigualdad es hacerlo según el volumen de riqueza, donde el elevado porcentaje de inversión en vivienda explica que la desigualdad creciera durante la crisis. Y es que conviene recordar que los inmuebles se depreciaron más de un 30% durante los peores años de la recesión.
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