La natalidad en España registra una caída en picado en la última década. Desde 2008, cuando nacieron 519.779 niños -el máximo en 30 años- frente a los 391.930 que nacieron en 2017, el número de nacimientos se ha reducido un 24,6%, casi una cuarta parte menos que hace diez años, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). El descenso en la natalidad, sumado al aumento del número de defunciones el año pasado (el mayor desde 1976 hasta alcanzar 423.643 muertes) suponen una combinación peligrosa sintomática del envejecimiento progresivo de la población española.
Desde el estallido de la crisis en 2008, los años posteriores registraron una tendencia a la baja progresiva en la natalidad hasta el año 2014. Coincidiendo con la recuperación económica, ese año se produjo un ligero repunte de más de 2.000 nacimientos respecto a 2013. Desde el máximo histórico alcanzado en 1976 (677.456 nacimientos) el descenso es del 42,2%.
El indicador coyuntural de fecundidad también desciende ligeramente por primera vez en el último lustro. Este indicador mide el número de hijos que tendría cada mujer si se mantuviera la misma intensidad en la fecundidad. En 2017 el balance fue de 1,31 hijos por cada mujer en España. El dato supone una caída del 53,8% respecto al del año 1976, cuando había 2,77 hijos por mujer. Estas cifras suponen un cambio de tendencia en la concepción de la maternidad: las mujeres residentes en España tienen menos hijos y a edades más tardías.
De hecho, el número de mujeres en edad de ser madres (entre 15 y 49 años) se redujo hasta 10,57 millones en 2017. Se mantiene la tendencia a la baja que comenzó en 2009, debido a que ese rango de edad lo conforman generaciones menos numerosas nacidas durante la crisis de natalidad de mediados de los 80 y principios de los 90. La edad media de maternidad de las españolas se situó en 32,6 años, la cifra más alta de la última década, frente a los 29,7 años de las extranjeras.
España también registró en 2017 el mayor número de defunciones desde 1976. Las 423.643 muertes que se produjeron el año pasado suponen un incremento del 2,3% respecto a 2016 y un 8,9% más que en 2008. Desde el comienzo de la crisis económica se registran las cifras más altas de mortalidad en España, superando las 400.000 defunciones en 2012, 2015, 2016 y alcanzando el registro más alto en 2017.
El crecimiento vegetativo, que mide la diferencia entre nacimientos de madre residente en España y defunciones residentes en el país, volvió a ser negativo por segunda vez en los últimos diez años. En 2017 fue de 31.245 personas (en negativo), el número más alto de la última década.
También creció la mortalidad infantil -que contabiliza los decesos de menores de un año- situándose en 2,75 defunciones por cada mil nacidos. Aunque sufrió un ligero repunte respecto al año anterior (2,68 muertes por cada mil nacimientos) el informe del INE destaca que la tasa se mantiene por debajo del umbral del 3,0 desde 2013. La esperanza de vida de los españoles no sufrió variación respecto a 2016, y se mantuvo en 83,1 años. En hombres, la media es de 80,4 años mientras que en las mujeres se sitúa en 85,7 años.
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