El rescate de los superlativos toca a su fin. Larguísimo, carísimo y en un país paupérrimo. Los ministros de Economía y Finanzas de la zona euro (Eurogrupo) han pactado en la madrugada del jueves al viernes en Luxemburgo la salida de la troika de Grecia tras una intervención que se ha prolongado durante ocho años y que se ha convertido en la mayor operación de salvamento financiero de un Estado soberano de la historia moderna.
«La crisis griega ha acabado esta noche en Luxemburgo. Es un momento histórico para Grecia y para la eurozona», celebró el comisario europeo de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, al concluir la reunión.
Tras más de seis horas de negociaciones, el Eurogrupo ha cerrado a las dos de la madrugada del viernes las condiciones finales del rescate, incluido el colchón financiero (de más de 20.000 millones de euros) que debe ayudar al gobierno de Alexis Tsipras a financiarse durante 22 meses y la prolongación de los plazos de reembolso de los préstamos. En concreto, el Eurogrupo retrasa de 2023 a 2023 el comienzo del reembolso de los préstamos concedidos a Grecia entre 2012-2015 a través del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera y amplía en 10 años (hasta 42) la madurez media de esa parte del rescate, por lo que los pagos se prolongarán hasta finales de este siglo.
Bruselas espera que, con esas condiciones, Atenas pueda volver a los mercados y colocar deuda a 10 años, una posibilidad que perdió en 2010.
El Eurogrupo también ha cerrado las condiciones de vigilancia estrecha que se mantendrán sobre Atenas tras el rescate. Sin presencia constante de la troika (CE, BCE y FMI), pero con controles trimestrales para comprobar la evolución de los ajustes y las reformas, con especial atención al sector financiero, lastrado por una morosidad del 43,1%. Bruselas reclama que, ese ratio se reduzca al 35,3% antes de finales de 2019.
«Estoy seguro de que lo conseguiremos hoy y de que el 21 de junio de 2018 será una fecha importante para todos nosotros», se mostraba confiado Moscovici antes de la reunión. El comisario recordó que la crisis de la zona euro arrancó en 2010 con «la crisis de las finanzas públicas en Grecia, por lo que [el final del rescate] significará que la crisis existencial de la eurozona habrá quedado detrás de nosotros».
La debacle estuvo a punto de provocar la salida de Grecia en 2012 y su expulsión en 2015. La zona euro, finalmente, ha logrado mantener su integridad. Pero la factura para lograrlo deja una retahíla de cifras descomunales y un espantoso rastro económico y social.
El rescate se ha tragado casi 400.000 millones de euros entre préstamos de la zona euro y quitas a los inversores privados. Y la economía griega se degradó hasta tal punto que Grecia pasó a ser considerada un país en vías de desarrollo tras perder un cuarto de su PIB.
Los hogares griegos salen de la pesadilla con una caída acumulada del 38,3% en los ingresos disponibles. Y las pensiones han sufrido recortes de hasta el 45%, arrastradas por el desplome de los salarios. Unos sacrificios que han logrado acabar con el déficit público, pero que mantienen al país con una deuda pública del 178,5% del PIB difícilmente sostenible en condiciones normales de mercado.
Bruselas insiste en que Grecia podrá mantenerse a flote porque la mayor parte de su deuda está en manos del fondo de rescate (MEDE) y de los socios europeos, que le aplican unas condiciones muy benévolas de reembolso. «Este año, Grecia se ha ahorrado en intereses 12.000 millones de euros, equivalente al 6% de su PIB, gracias a las condiciones de nuestros préstamos», señaló este jueves el director gerente del MEDE, Klaus Regling.
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