El Tesoro quiso dejar claro que España no es Italia. Con las tensiones del Gobierno italiano contenidas y el fin del rescate a Grecia la semana pasada, España aprovechó el respiro que los inversores están dando al mercado de deuda para captar financiación y sacar el máximo partido a los bajos tipos de interés. La fórmula escogida para ello fue una emisión sindicada a 10 años, la tercera de este tipo en lo que va de 2018 y la primera en la era Pedro Sánchez.
El Tesoro colocó ayer 7.000 millones a un tipo de interés de 55 puntos básicos sobre midswap (el tipo de interés a ese plazo libre de riesgo), lo que implica una rentabilidad del 1,457%. El cupón alcanza el 1,4%, el mismo que en la emisión del 23 de enero. En la apertura de libros la demanda comenzó en 11.500 millones, cantidad que fue aumentando a medida que trascurrían las horas, para cerrarse finalmente en los 24.160 millones, lo que permitió rebajar en dos puntos básicos el precio inicial.
Aunque este importe evidencia el apetito que los inversores tienen por el papel español, se sitúa por debajo del récord de 43.000 millones registrados en la colocación sindicada a 10 años de comienzos del ejercicio. Fuentes de mercado quieren dejar claro que la menor demanda no obedece a la incertidumbre política. “La situación política en España es un factor en el resultado de las emisiones del Tesoro, pero pesan mucho más los fundamentales macroeconómicos” subrayan.
La colocación se adjudicó entre 290 cuentas. El interés de los no residentes quedó reflejado en la adjudicación. El 81,2% del total fue a parar a manos de inversores extranjeros. Por nacionalidades el 29,3% de la emisión recayó en inversores de Reino Unido e Irlanda. Le singuen los alemanes, austriacos y suizos, con el 15,9% mientras Francia e Italia aglutinan el 12,2% y los países nórdicos, el 7,1%.
Significativo es el interés que despertó la emisión entre inversores asiáticos, que se adjudicaron el 6,9% del total, marcando cota más alta en términos absolutos desde enero de 2012. Aunque no se desglosan por países esto coincide con el atractivo que despierta en los últimos meses la deuda española entre inversores japoneses.
Desde la mejora de la calificación por parte de las agencias de calificación y, especialmente desde que S&P elevara el rating a A-, los inversores nipones han ido elevando su peso en deuda de España. Según datos del Banco de Japón en abril las compras de bonos españoles revalidaron los niveles de marzo con el registro de un nuevo récord: los inversores japoneses adquirieron deuda española por importe de 2.700 millones de euros.
En lo que a tipología de inversores respecta la mayor participación corrió a cargo de gestoras de fondos (37,2%) superando a los bancos (30,1%), las aseguradoras y fondos de pensiones (11,6%), los bancos centrales e instituciones oficiales (10,4%) y los fondos apalancados (6%).
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