Ahora se ha unido España a esta tendencia. Entre enero y junio se han matriculado 735.000 turismos, de los que solo el 37% son diésel, 13 puntos menos que hace un año. En cambio, los coches con motores de gasolina llegan al 57,2%. Hacía dos décadas que esto no sucedía. Pesan en los compradores los anuncios que han lanzado los ayuntamientos de restringir la circulación de estos vehículos en las ciudades o la posibilidad que se plantea de que se aumenten los impuestos al gasoil. Así lo explican los fabricantes, las ONG que piden desincentivar el uso de estos vehículos y los vendedores que día a día tratan con los clientes.
Víctor lleva tres años vendiendo coches en un concesionario de Renault en Madrid en el que se matriculan unos 200 automóviles al mes. En ese tiempo este vendedor, que ronda la treintena, ha visto como al principio la demanda estaba volcada con el diésel: “Después se igualó y ahora yo creo que ocho de cada 10 son gasolina”.
Luis, vendedor en una oficina de exposición en Madrid de Opel, no da cifras, pero su relato coincide con su colega de Renault. También apuntan en la misma dirección Rafa, en un concesionario de Kia, Andrés, en uno de Nissan, o lo que responde telefónicamente una vendedora de una marca alemana de vehículos de lujo: “Ocho de cada diez clientes que llegan preguntan por coches de gasolina. Luego hay que reconducir la conversación para ver si hay posibilidad de venderle uno diésel”.
Las respuestas de estos cinco vendedores, que día a día tratan de colocar coches en el mercado, coinciden con los datos que han publicado esta semana las tres patronales del sector: casi el 60% de turismos que se matricularon en España entre enero y junio tenían un motor de gasolina; menos del 40%, uno diésel, y el 5,8% uno híbrido, plenamente eléctrico o que consume otro tipo de combustible. Hace un año la situación era otra muy distinta: los automóviles propulsados por gasolina no alcanzaban el 46%; por diésel el 50%, y el resto quedaba en el 4,4%.
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