La comisión máxima que pagarán los clientes por una cuenta de pago básica será de tres euros al mes. El precio, de hasta 36 euros anuales, incluirá además un elevado número de extras, según el borrador de la orden ministerial.
Los clientes podrán utilizar las sucursales para ingresar o retirar dinero –determinadas entidades disponen de cuentas sin coste, pero condicionadas a que no se pise la oficina–, dispondrán de tarjeta de débito, podrán sacar dinero sin coste adicional en cajeros y podrán realizar hasta 200 operaciones de pago –léanse, transferencias o recibos– anuales dentro de la Unión Europea a través de internet o presencialmente. Cuando se supere ese número, las comisiones no podrán ser superiores a la que aplica la entidad de forma habitual.
El banco que ha emitido la tarjeta no cobrará por utilizar sus cajeros ni los de los competidores. Pero si el cajero es de un tercer banco, este podrá pasar la factura a la entidad del cliente y esta, a su vez, podrá repercutirle ese coste al usuario, explica un portavoz del Ministerio de Economía. Todos los bancos deberán ofrecer una cuenta con esos servicios por ese importe máximo sin exigir ningún tipo de vinculación. Cualquier persona tiene derecho a disponer de una cuenta de pago básica; en la práctica, igual a una clásica, pero con un precio tasado.
La normativa establece que el banco podrá denegar la apertura en caso de que “el cliente ya sea titular en España de una cuenta en un proveedor de servicios de pago que le permita realizar los servicios contemplados”. Pero en la práctica todos los ciudadanos podrán contar con una cuenta de este tipo, según fuentes financieras, que añaden que la normativa puede tener un efecto nocivo sobre el modelo de negocio de algunas entidades. Una parte de ellas ofrece comisiones cero a cambio de vinculación, como la domiciliación de la nómina, recibos o contratación de productos adicionales.
Desde una entidad financiera señalan que se forzará la prestación de servicios a un precio que puede que no cubra los costes, lo que dañaría la rentabilidad. Una parte de las grandes entidades españoles dispone de una amplia red de oficinas y cajeros. CaixaBank es el banco que más cajeros tiene, alrededor de 9.000, junto con Bankia y BMN (más de 6.000), Santander (5.000) y Sabadell (más de 3.000), según los datos de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC).
“Desde CECA compartimos el espíritu de la norma europea, que persigue mejorar el acceso a los servicios financieros. De hecho, la lucha contra la exclusión financiera fue el origen de las entidades asociadas a CECA y sigue siendo uno de sus pilares de actuación”, explican desde esta asociación.
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