La factura con otros impuestos asciende a 5.100 millones. Las entidades dejan abierta la puerta a cambios en su estructura societaria si se aprueba la tasa. Los bancos han reaccionado en bloque a los planes del Ejecutivo de crear un impuesto específico para el sector con el fin de aumentar la recaudación para sostener el poder adquisitivo de las pensiones. Argumentan que es un sector que ya tributa al 30% en el Impuesto de Sociedades, cinco puntos por encima del resto de las industrias, y que tiene que hacer frente a otras tasas como la contribución al Fondo de Garantía de Depósitos, al Fondo de Resolución o las aportaciones que han realizado durante la crisis al capital de la Sareb.
En 2017 las seis grandes entidades bancarias tributaron en España un total de 2.426 millones de euros sobre su beneficio, un 31% de sus ganancias antes de impuestos (7.874 millones). Si a esta cuenta se suman otros conceptos como impuestos sobre las plantillas, operaciones extraordinarias que entran netas de impuestos en la cuenta (como el caso de Banco Sabadell) y otro tipo de tributación indirecta, la factura final para la banca asciende a 5.099 millones, según datos recopilados con la información pública que ofrecen los bancos. Impuestos globales La cifra de impuestos sobre el beneficio pagados asciende a 7.123 millones, si se amplía el cómputo al total de los negocios en todo el mundo de las entidades españolas. Casi el 90% corresponden a Santander y BBVA. Se trata del 28,5% del beneficio global antes de impuestos de las seis entidades (25.174 millones), ligeramente por debajo de la tasa efectiva que pagan en España. No obstante, en las últimas semanas la posibilidad de que el actual Ejecutivo pueda imponer una nueva tasa a las entidades se ha ido desinflando. Algunas entidades están comunicando a los inversores que otorgan una probabilidad baja de que el Ejecutivo pueda sacar adelante el impuesto. Señalan que la mayoría de partidos de izquierda apoyaría un nuevo impuesto a la banca, pero no es suficiente para alcanzar una mayoría absoluta en el Congreso. Sería necesario el apoyo también del PDeCat y PNV, partidos que por su corte ideológico estarían en contra de un impuesto a la banca, señalan desde varias entidades.
El PNV ha transmitido al PSOE que el nuevo impuesto debería dejar fuera a las bancos medianas y pequeñas, con el objetivo de que entidades como Kutxabank no salieran perjudicadas. En el sector se señala que si se establece un mínimo exento será un incentivo para que las entidades pequeñas no se fusionen con otras de mayor tamaño, lo que conllevaría un freno a una consolidación mayor del sector, necesaria para ganar economías de escala ante los retos tecnológicos y normativos a los que se enfrenta la banca.
La banca ha sido exhaustiva en la descripción de los efectos que un nuevo tributo podría acarrear para el sector. En el sector creen que supondría una desventaja competitiva respecto a otros bancos que operan dentro de la Eurozona. Además, se produciría un encarecimiento del coste del capital de la banca, que se trasladaría al crédito y podría frenar el crecimiento económico, como han apuntado el Sabadell y BBVA.
Banco Santander ha ido más allá y ha dejado la puerta abierta a cambios en su estructura societaria. El consejero delegado de la entidad, José Antonio Álvarez, señaló en la presentación de resultados semestrales que «si alguien como nosotros, que depende críticamente del dividendo de las filiales, tiene que, sobre un impuesto que ya ha pagado impuestos en el país de origen, pagar otro, esto puede afectar a la morfología de las entidades». Los bancos sin presencia internacional o muy limitada, como Bankia o Bankinter, no podrían llevar a cabo cambios en su estructura para evitar el efecto del nuevo impuesto al sector.
El intento del Ejecutivo de poner en marcha un nuevo impuesto coincide en el tiempo con el renovado impulso para poner en marcha un impuesto a las transacciones financieras (la anteriormente denominada como Tasa Tobin) en Europa. Este tributo tiene como objetivo aumentar la contribución de la banca al total de impuestos que se pagan en el continente y desalentar aquellas transacciones que generen excesiva volatilidad en los mercados. España trabaja desde 2013 en un grupo junto a otros nueve países para diseñar el impuesto. No obstante, los retrasos en su configuración final y diseño han sido recurrentes y hoy se desconoce si se aplicará.
La banca española ha sido golpeada en Bolsa este año debido a la incertidumbre sobre su futuro tributario, con una caída conjunta de los bancos del Ibex de casi el 12%. Solo CaixaBank (2,83%) y Bankinter (0,20%) han ganado valor. Por contra, BBVA es el valor bancario más golpeado del índice con una caída del 16,38% desde enero.
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