Así se desprende del artículo analítico ‘Resultados de las empresas no financieras hasta el segundo trimestre de 2018’ elaborado por el Banco de España, en el que se expone que, dado el nivel actual de mínimos históricos en los costes de financiación, y la posible normalización de las condiciones monetarias en el medio plazo, el recorrido a la baja de los mismos es ya «muy limitado».
En este sentido, la autoridad monetaria nacional ha elaborado un análisis en el que mantiene sin cambios todas las partidas del balance y de la cuenta de resultados de las empresas, y ha modificado exclusivamente el coste de financiación, utilizando como referencia la situación económico-financiera de 2016. En este sentido, el supervisor subraya que esta aproximación exagera los efectos, ya que la situación actual frente al ejercicio utilizado «es mejor».
De este modo, queda en evidencia que la disminución de la rentabilidad sería algo más intensa en el segmento de empresas grandes, para el que este indicador podría llegar a reducirse hasta casi 2 puntos porcentuales si el encarecimiento de los costes de financiación fuera de 200 puntos básicos.
Por sectores de actividad, se aprecia que en todos los casos los descensos de la rentabilidad serían de algo menos del punto porcentual, en el caso de una subida de 100 puntos básicos, mientras que en el escenario más desfavorable oscilarían entre 1,4 y 1,9 puntos básicos, siendo las ramas de energía, la de información y comunicaciones, y la de construcción y actividades inmobiliarias las que experimentarían un deterioro más acusado.
Por otro lado, respecto a un incremento de los costes de financiación sobre el peso relativo de compañías que soportan una presión financiera elevada, el efecto sería más acusado en el segmento de las pymes. Concretamente, la deuda de las pymes en situación de vulnerabilidad podría llegar a suponer un 20,4% del total del endeudamiento, mientras que en el de las grandes representaría, en el peor de los casos, un 17,7% respecto al endeudamiento total agregado.
Esto se explica porque, si bien las pymes verían un menor deterioro de su rentabilidad, al ser esta más reducida antes de intereses, tendrían menos margen para hacer frente a un repunte de los gastos financieros.
En términos del número de trabajadores, la repercusión no sería tan importante, de modo que, como consecuencia de un aumento de los costes financiación, el peso del empleo concentrado en empresas vulnerables podría crecer, desde poco más del 5% observado en 2016, hasta un máximo del 6,4% en el escenario más desfavorable.
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