Los bancos centrales han inyectado billones de euros desde 2008 para tratar de reactivar la economía mundial, comprando todo tipo de bonos, e incluso acciones. Este mes, sin embargo, se certificará la defunción de la política monetaria más ambiciosa que se había adoptado jamás.
Tras la reciente subida de tipos de interés en EE UU a la horquilla entre el 2% el 2,25%, en octubre confluyen dos hechos determinantes. El BCE reduce de 30.000 a 15.000 millones de euros la compra neta de deuda, que finalizará en el mes de diciembre. Y la Reserva Federal acelera la reducción de su balance desde los 40.000 millones de dólares mensuales de los últimos tres meses a los 50.000 millones de dólares, a través de la renuncia a reinvertir los vencimientos de deuda.
Los estímulos monetarios se mantienen a nivel global, pero están en claro retroceso y el endurecimiento de la política monetaria irá a más en los próximos meses. Según datos recogidos por la gestora británica Fulcrum AM, la liquidez inyectada por el conjunto de los bancos centrales del mundo, incluidos los emergentes, entrará este mes de octubre en terreno negativo, de acuerdo al dato agregado sobre PIB. Esa inyección millonaria llegó a alcanzar el equivalente al 7% del PIB mundial en 2008, poco después del estallido de Lehman Brothers y se ha ido reduciendo paulatinamente al 0% (ver gráfico).
La previsión es que, en el corto plazo, los principales bancos centrales del mundo comiencen ya a retirar liquidez del sistema en términos netos. “Aún no hemos llegado a la fase donde el balance conjunto de los tres principales bancos centrales empieza a reducirse, aunque es cuestión de tiempo y probablemente suceda a principios de 2019”, explica Pablo Zaragoza, analista de macro y bonos soberanos de Europa de BBVA Global Markets Research. Así, el BCE aún comprará hasta finales de año el equivalente a unos 18.000 millones de dólares al mes, más los 56.000 millones de dólares que adquiere el Banco de Japón cada mes, frente a la retirada de 50.000 millones mensuales de la Fed.
A partir de enero de 2019, el BCE ya no comprará deuda –aunque la reinversión de los vencimientos se mantendrá largo tiempo después del alza de tipos–. Además, Bank of America Merrill Lynch calcula que, en el año próximo, la Fed reducirá su balance desde los 4,3 billones de dólares a los 3,6 billones y que el Banco de Japón rebaje sus compras de deuda desde los 40 billones de yenes anuales a los 30 billones en 2019 y los 20 billones en 2020. Esta convergencia en el tiempo de la retirada de estímulos monetarios promete tener impacto en mercado, con daños colaterales que ya sufren con dureza algunos países emergentes, como Argentina o Turquía.
“El que los bancos centrales dejen de comprar activos y drenen liquidez puede provocar movimientos bruscos en los precios de muchos activos que estaban sostenidos de forma artificial”, advierte Ignacio de la Torre, economista jefe de Arcano Partners. El riesgo de desequilibrio en el mercado está ahí, aunque los bancos centrales se afanen en lograr una suerte de voladura controlada.
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