El plan presupuestario del Gobierno incluye la previsión de que el nuevo impuesto al diésel elevará los ingresos tributarios en 670 millones de euros. La aportación por este tributo será de 38 euros cada mil litros. Esa cantidad se traducirá en un gasto adicional de unos 3,3 euros mensuales para el consumidor que realice unos 15.000 kilómetros al año y tenga un vehículo con una antigüedad media, según estimó la ministra de Hacienda; María Jesús Montero, hace dos semanas. Montero señaló que el Gobierno espera que esa cantidad «no tenga una repercusión importante en el bolsillo del consumidor».
Según señala el plan del Ejecutivo, la medida incrementa en mayor medida el tipo impositivo del gasóleo para automoción «ya que su consumo está más extendido y provoca las mayores emisiones de gases contaminantes» que inciden sobre la calidad del aire de nuestras ciudades como es el NO2.
No obstante, la tributación sobre el gasóleo de uso profesional y el gasóleo bonificado no sufre variación alguna, con el objetivo de estos usuarios tengan más tiempo para que se puedan adaptar «al uso de otros productos menos contaminantes» y que en esa adaptación «su competitividad no se vea mermada». Estas medidas, según señala el plan, «no persiguen un fin recaudatorio per se, sino que busca proteger el medioambiente» a través, señala, de «una correcta internalización de externalidades negativas».
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