Italia promete ser el convidado de piedra en la reunión que hoy celebra en Fráncfort el BCE. El desafío que ha lanzado su Gobierno a la Comisión Europea en la elaboración de los Presupuestos del año próximo no tiene precedentes. Roma parece dispuesta a hacer valer su condición de tercera mayor economía de la zona euro en su creciente pulso con Bruselas. Su desobediencia al elaborar las cuentas públicas tiene el potencial de rescatar los peores fantasmas de la crisis del euro, mientras el rendimiento del bono italiano a una década ha trepado a niveles de 2014.
Este es el frente más candente al que se enfrenta ahora Mario Draghi y al que se suma la inquietud ante un brexit duro y las dudas sobre el alcance de la guerra comercial. Además, la inflación subyacente de la zona euro no termina de remontar. “La debilidad y la estabilidad de la inflación subyacente, en el 0,9%, son motivo suficiente para que el BCE no cambie la hoja de ruta”, explica Franck Dixmier, director de renta fija en Allianz Global Investors, quien advierte que “Italia presenta un problema particularmente crucial porque sus acciones ponen en tela de juicio las normas que respaldan la credibilidad del propio euro”.
El conjunto del mercado aguarda a que el BCE confirme su decisión de poner fin en diciembre a sus compras de deuda –reducidas en este mes desde los 30.000 a los 15.000 millones de euros mensuales– y que no dé nuevas pistas sobre subidas de tipos, más allá del mensaje ya sabido de que el primer incremento tras la crisis no llegará hasta al menos pasado el verano de 2019. Así, los futuros dan un 40,4% de probabilidades a una subida ya en la reunión de septiembre de ese año y otro 42,6% a que se decida en octubre.
Italia ha tensado de nuevo el mercado europeo, que también acusa el temor a la desaceleración, y está lastrando aún más la maltrecha cotización de los bancos. Aun así, los expertos tampoco prevén que el desafío italiano modifique la hoja de ruta del BCE. “Sería necesario un grave accidente en el crecimiento, una escalada en la crisis italiana o en la guerra comercial con consecuencias palpables en los mercados antes de que el BCE cambiara su rumbo”, advierten desde ING.
Aun así, Italia también puede ser motivo para que el BCE aplace a diciembre su decisión sobre el diseño de la reinversión de los vencimientos de deuda, que proseguirá largo tiempo después del final de las compras. “A menos que no hubiera cambios en la metodología, otra decisión podría crear aún más volatilidad en la periferia en un momento delicado para Italia”, señalan en BofAML.
Si el BCE decidiera reajustar las reinversiones a una actualización de la composición de su capital –el capital key que ha regido las compras de deuda– la pérdida de PIB de la periferia durante la crisis reduciría la reinversión en deuda española e italiana en favor de la alemana.
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