Los ministros de Economía y Finanzas de la zona euro, el Eurogrupo, respaldaron este lunes el veredicto de la Comisión Europea sobre el borrador de plan presupuestario de Italia para 2019: incumple de forma flagrante las normas fiscales de la Unión Europea y Roma debe enviar uno nuevo. Pero, aun así, intentaron evitar dar la imagen de estar chocando frontalmente con el Gobierno italiano. «Estamos de acuerdo con el análisis de la Comisión», rezaba asépticamente el comunicado publicado por el Eurogrupo al finalizar la reunión celebrada en Bruselas.
La Comisión rechazó el pasado 23 de octubre las cuentas italianas y las definió como la mayor desviación fiscal de toda la historia del Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC), las normas fiscales de la UE. La diferencia de 25.000 millones entre lo que las normas piden que ahorre y lo que el Gobierno nacionalpopulista en Roma quiere gastar es demasiado grande como para ignorarla. Pero eso, al fin y al cabo, no deja de ser una constatación de un hecho. Es a partir de ahí dónde empiezan los matices.
El comunicado del Eurogrupo es suave. Recuerda la «importancia» de unas finanzas públicas sanas, que una reducción suficiente de la deuda pública es una parte «integral» de las normas fiscales europeas y que hay que mantener los canales de comunicación entre Roma y Bruselas.
«Esperamos que Italia y la Comisión entablen un diálogo abierto y constructivo y que Italia coopere estrechamente con la Comisión en la preparación de un plan presupuestario revisado en línea con el PEC», continúa la nota.
Los ministros no quieren caer en la trampa del choque de trenes con Italia. Saben que los viceprimeros ministros Matteo Salvini y Luigi di Maio capitalizan internamente cualquier estridencia desde Bruselas. Como han podido comprobar, el victimismo anti-UE les da votos. Por eso en Bruselas quieren modular el mensaje, continuar con la aplicación de las normas -pero sin ninguna prisa- y dejar que sea el mercado el que vaya inyectando dosis de realidad a Roma.
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