“No hay una guerra fría con el Instituto de la Empresa Familiar; muchos de sus miembros están directa o indirectamente en CEOE y Cepyme y les tengo absoluto respeto porque son gente que genera mucho empleo y riqueza”, decía ayer mismo Juan Pablo Lázaro, presidente de la patronal madrileña (Ceim) y vicepresidente de CEOE.
Otra cosa es cuando se les pregunta en privado. “No es, como mínimo, elegante que incluso formando parte de CEOE y cuando están llamando por teléfono interesándose por cómo van las negociaciones de esta organización con el Gobierno acerca de sus asuntos, estén a la vez lanzando públicamente estos ataques”, señalaba un alto directivo de la principal organización empresarial española.
Tras este episodio, no parece que haya cundido el pánico en las filas patronales por estos ataques. Aunque estas críticas sí han servido para volver a poner encima de la mesa un viejo proyecto del actual presidente de CEOE, Juan Rosell, para incorporar a los órganos de dirección de esta organización a las empresas que pagan sus cuotas directamente y no a través de una organización territorial o sectorial de la patronal.
En la actualidad la participación en los órganos directivos de CEOE-Cepyme están limitados a los representantes de las asociaciones territoriales y sectoriales de la Confederación empresarial. Mientras que hay unas 150 empresas que pagan anualmente una cuota, al margen de su participación en otras patronales incluidas en CEOE-Cepyme.
Hace ya casi una década que CEOE dio el paso de afiliar directamente a las empresas que así lo quisieran para conseguir más financiación para la organización. Sin embargo, su participación termina ahí.
“Rosell intentó llevar un proyecto para que las empresas socias participaran en la dirección, pero fue sumamente complicado y al final no le dio tiempo”, aseguran fuentes cercanas al presidente saliente, que dejará la discreción de CEOE el próximo día 21 de noviembre y será previsiblemente sustituido por el actual presidente de Cepyme, Antonio Garamendi.
Fuentes conocedoras de los planes del futuro presidente de CEOE aseguran que, pese a que la decisión no está tomada, sí estará en la agenda de Garamendi, aunque no sea un asunto prioritario. “Se trata de un tema que está ahí” y que “habrá que abordar tarde o temprano, porque la participación de estas empresas en los órganos directivos es algo lógico; y no solo porque paguen, sino por lo que representan”, dicen estas fuentes.
Fuentes de CEOE reconocen que Garamendi se encontrará con las mismas dificultades que tuvo Rosell para poner en marcha este proyecto. Se referían al rechazo, sobre todo, de las organizaciones territoriales, de carácter más político que las sectoriales y que se resisten a perder peso dentro de CEOE-Cepyme, según explican en esta confederación.
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