El Banco Central Europeo ha acogido de forma positiva, pero con no pocos matices, la propuesta de la Comisión Europea de puesta en marcha de un fondo europeo anticrisis. La primera propuesta de solidaridad entre los países europeos tras una década de crisis en la zona euro. El pasado mes de junio, Bruselas planteó la creación del denominado Fondo europeo de Estabilización de la Inversión (EISF, por sus siglas en inglés), para socorrer a los países de la zona euro que sufran un fuerte shock económico coyuntural.
El BCE realiza, eso sí, una serie de recomendaciones en una carta firmada por su presidente, Mario Draghi, y enviada al Parlamento Europeo. Entre otras cuestiones, afirma que el fondo debe contar con un “tamaño suficiente”, superior a los 30.000 millones de euros propuestos por la CE. Recuerda que esta cuantía solo supone un 0,3% del PIB de la zona euro.
La propuesta de la Comisión Europea pasa porque la partida del fondo esté incluida en los Presupuestos de la UE para 2021-2027. Una cuantía que se concedería a través de préstamos sin coste ni condiciones para que los países afectados por un batacazo económico puedan mantener la inversión mientras destina sus recursos propios a necesidades presupuestarias más urgentes.
El plan de la Comisión Europea es emitir deuda en el mercado, con el respaldo de esos 30.000 millones. Los intereses serían financiados, según la propuesta del organismo presidido por Jean-Claude Juncker, por los ingresos derivados de la emisión de moneda en la zona euro, que el BCE reparte entre los bancos nacionales. Unos ingresos que rondan los 8.000 millones y de los que Bruselas quiere utilizar un 6%.
Para calcular cuánto debe aportar cada país de esta partida, Juncker pide al BCE que le informe de cuánto dinero reparte a cada uno de los bancos centrales. El Consejo de Gobierno del BCE, preguntado por el Parlamento Europeo al respecto, lo rechaza frontalmente. Draghi alega a la independencia de la institución, pero se muestra dispuesto a cooperar con la CE. “No es legalmente necesario o deseable imponer una obligación legalmente vinculante al BCE para lograr esta cooperación”, afirma.
El BCE critica además los criterios tenidos en cuenta para poder solicitar financiación de este fondo por parte de un país –la tasa media de desempleo de los últimos 15 años– y asegura que, por otro lado, no tiene en cuenta las rigideces en materia laboral de cada Estado miembro, ni las políticas adoptadas para la reducción del déficit excesivo.
Con las negociaciones del próximo presupuesto de la UE sobre la mesa, los ministros de Finanzas de Francia y Alemania presentaron ayer una propuesta de un presupuesto específico para la moneda única, con el objetivo de reforzar la capacidad del euro ante futuras crisis. Una propuesta rechazada por Holanda y sobre la que Calviño afirmó que aún no existe unanimidad.
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