El Banco Central Europeo (BCE) quiere dar un paso más para cerrar la brecha de los activos tóxicos en el sector financiero. El supervisor comunitario examinará por primera vez los criterios de concesión de hipotecas y otros préstamos, como el destinado al consumo, de las entidades financieras. Esta práctica significa que el BCE vigilará si las condiciones de los créditos que se aplican en la actualidad son demasiadas laxas, lo que podría desembocar en exigencias a los bancos para que endurezcan sus políticas comerciales, según señalan fuentes financieras.
El supervisor pondrá el foco en especial en los nuevos créditos. Ésta será una de las prioridades que marcarán la agenda del BCE el próximo ejercicio. En los últimos años, el organismo ha intensificado el llamamiento para reducir el volumen de activos tóxicos. En Europa se calcula que hay casi un billón de préstamos improductivos heredados de la crisis, pero los esfuerzos de las entidades han logrado reducir la ratio de NPL, como se conoce a los activos tóxicos en el argot financiero, al 4,4% del total de activos. En España, los activos inmobiliarios improductivos rondan ahora los 285.000 millones.
En los círculos financieros el supervisor ya ha manifestado su temor a que el ciclo económico en Europa se dé la vuelta y dificulte la evacuación de los activos dañados. «Vaciar la piscina de activos tóxicos es complicado, por lo que el BCE quiere cerrar el grifo de las nuevas entradas», señalan un alto directivo de una consultora.
La preocupación del BCE en las hipotecas apuntaría al porcentaje de financiación que conceden las entidades sobre el valor total de la tasación de una vivienda. El valor financiado por la banca española subió al 65% a cierre de 2017, según los últimos datos disponibles de la Asociación Hipotecaria Española (AHE).
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