Cristina Berechet, autora del Índice Autonómico de Competitividad Fiscal, presentaba su segunda edición, correspondiente a 2018, con el objetivo de clarificar la presión tributaria que se aplica en cada territorio español y el atractivo que supone de cara a empresas y contribuyentes.
El informe revela que el País Vasco y la Comunidad de Madrid son las regiones más atractivas fiscalmente por su bajo nivel de impuestos, una clasificación que lidera Vizcaya, seguida por Álava, con el sistema madrileño en tercer puesto y el de Guipúzcoa en cuarto lugar, una discriminación provincial que solo se realiza con Euskadi por las diferencias entre los propios territorios forales.
Del lado contrario, Cataluña, Aragón y Asturias son las comunidades autónomas menos competitivas en materia fiscal según el informe, elaborado por la Fundación para el Avance de la Libertad con apoyo de la Unión de Contribuyentes y la estadounidense Tax Foundation. «La competitividad fiscal interna entre regiones es una sana práctica que limita la voracidad fiscal de los Estados», ha defendido durante el acto Juan Pina, presidente de la Unión de Contribuyentes.
El estudio mide, básicamente, la presión fiscal en cada territorio del impuesto sobre la renta, del de Patrimonio, Sucesiones, Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados, Hidrocarburos y tributos autonómicos propios.
El índice revela algunos cambios respecto a su edición de 2017, como la mejora en tres posiciones de Andalucía, que sale del vagón de cola, gracias a la rebaja sobre el impuesto de sucesiones que aprobó tras la fuerte presión social que surgió precisamente por la comparativa con otros territorios con menor presión fiscal en este tributo.
Aunque sigue quinta por la cola, Extremadura es la comunidad que más puestos gana gracias a las reformas emprendidas durante el último ejercicio, rebajando por ejemplo el gravamen sobre las rentas más bajas. Berechet ha expuesto que, en un mercado tan dinámico, no realizar reformas puede suponer un cambio a la baja en la clasificación anual.
«La principal conclusión es que, invariablemente, las comunidades con menor carga tributaria son las que mayor prosperidad riqueza y empleo generan», ha defendido Pina que achaca la mala posición de Cataluña al hecho de que mantenga algunos de los tipos de gravamen más altos, como en el IRPF, además de aplicar muchos impuestos propios. El doble que el resto, concretamente, según Berechet.
La autora del informe por su parte, ha incidido en que la «las empresas y los contribuyentes se establecen donde reciben a menor coste los servicios que necesitan». Así, ha ilustrado Berechet, aunque las tensiones del proceso independentista catalán empujaron a miles de empresas a trasladar su sede fiscal desde Cataluña a otros territorios, prácticamente ninguna optó por Extremadura, por ejemplo.
En este sentido, Pina ha defendido que las diferencias impositivas entre Comunidades Autónomas tienen una mayor repercusión en las decisiones empresariales que la disparidad fiscal entre estados, por ejemplo.
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