La fiesta terminó. Desde inicios de año, el plan de compras de deuda corporativa y el resto de los programas de adquisición de activos del BCE (deuda pública, bonos de titulización y cédulas) ha concluido. Esto no supone que el banco central vaya a desaparecer del mercado. Aunque en un segundo plano, su influencia continuará siendo destacada. La intensidad será muy variable en función del activo en cuestión.
Mario Draghi ya ha anunciado que, a imagen y semejanza de la Reserva Federal de Estados Unidos, irá reinvirtiendo los vencimientos de los distintos bonos que tiene en balance y que ahora suman 2,57 billones de euros. La fecha en la que dejará de hacerlo no se ha comunicado, aunque al otro lado del Atlántico pasaron tres años entre el fin de las compras (octubre de 2014) y el fin de la reinversión de sus vencimientos (octubre de 2017).
Las compras de deuda corporativa fueron las últimas que puso en marcha en el marco de las herramientas no convencionales para transmitir la política monetaria al mercado e impulsar la recuperación. Su anuncio se produjo en marzo de 2016 y tres meses después, el 8 de junio, comenzó a adquirir bonos corporativos tanto en el mercado primario como en el secundario.
Desde entonces y hasta el pasado diciembre ha comprado cerca de 180.000 millones en bonos de empresas europeas con una calificación igual o superior al nivel de inversión. Es decir, con una nota de BBB-, según la nomenclatura de Standard & Poor’s y Fitch, y de Baa3, de acuerdo a la terminología de Moody’s. El BCE destinó a empresas españolas el 10% de este importe, equivalente a unos 18.000 millones en dos años y medio (unos 7.200 millones al año), pero esta suerte de dopaje quedará reducido a la mínima expresión este año, con adquisiciones por unos 600 millones para las emisiones de empresas españolas.
El importe aproximado destinado a los bonos españoles que cumplan con las características es el resultado de calcular el 10% sobre los vencimientos de este ejercicio, por un total de 5.990 millones para el conjunto de la deuda corporativa europea. Con esa cuantía la capacidad de intervención del BCE en el mercado queda muy mermada. En un escenario en el que crecen los temores a una recesión, las empresas cuentan con un obstáculo más que podría actuar de freno para la refinanciación de la deuda, algo se está dejando sentir en el arranque de año. Solo Cellnex ha acudido al mercado en 2019 y con convertibles, más considerados renta variable que fija.
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