Los bancos centrales han estado marcando el paso de los mercados financieros durante largo tiempo. Sus multimillonarias inyecciones de liquidez fueron el maná al que se agarraron los inversores tras el estallido de la gran crisis en 2008 y los discursos del BCE y de la Reserva Federal encajaban como un guante con el ánimo de los inversores.
En la recta final de 2018 se ha abierto sin embargo una brecha insólita entre la hoja de ruta marcada por ambos bancos centrales y lo que espera el mercado, hasta el punto de que los inversores descartan de forma mayoritaria que la Fed vaya a acometer ninguna de las dos alzas de tipos que sugirió para este año la institución en su última reunión y a duras penas creen que el BCE será capaz de elevar los tipos de interés a finales de 2019.
El escepticismo de los inversores sobre el margen que tendrán este año los bancos centrales para continuar endureciendo su política monetaria –en muy distinto grado según se trate de la Fed o del BCE– es reflejo del hondo pesimismo reinante sobre la situación económica global.
El mercado comenzó a descontar en los últimos meses de 2018 una recesión para este año en EE UU. El detonante de esta visión negativa estuvo en el aplanamiento de la curva de tipos en EE UU –y su inversión en algunos tramos–, acelerada por el trasvase de inversión desde Wall Street a la renta fija, a lo que se ha sumado la creciente evidencia de cómo la tensión comercial entre EE UU y China está calando en los datos económicos globales y en las perspectivas empresariales.
El último ejemplo ha sido la rebaja anunciada este martes por el Banco Mundial de su previsión de crecimiento global –al 2,9% en 2019 y al 2,8% en 2020, una décima menos en ambos casos de lo esperado hace seis meses–, causada en gran medida por la desaceleración de China y por cada vez más débil crecimiento de la zona euro.
A la espera de que la publicación de los indicadores macroeconómicos vaya arrojando luz sobre la salud de la mayor economía del mundo, la expectativa de subidas de tipos en EE UU en este año se ha congelado. Si a principios del pasado noviembre, los futuros daban una probabilidad de alzas de tipos superior al 80% para la primera reunión que celebrará la Fed en enero de 2020, esa probabilidad se ha desplomado al momento actual al 16%. Otro 62,5% apunta a que los tipos se mantendrán para entonces sin cambios en la banda actual de entre el 2,25% y el 2,250% y otro 21,5% incluso apunta a un recorte de tipos en EE UU dentro de un año.
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