Febrero será a partir de ahora época de exámenes para la banca europea. El Banco Central Europeo (BCE) inició ayer los nuevos test de estrés de liquidez sobre alrededor de 100 entidades de la zona euro. Estas pruebas se llevan a cabo para medir la resistencia de las entidades a importantes fugas de depósitos, como las que terminaron hundiendo a Popular en junio de 2017. Durante los próximos cuatro meses, los bancos serán sometidos a diversos shocks. La finalidad de este examen es calcular cuántos días puede resistir una entidad a la retirada de fondos y qué posición de liquidez neta requiere para evitar ser declarada inviable como consecuencia de estos varapalos.
Como en anteriores ejercicios de resistencia, las pruebas del BCE se realizarán sobre la base de distintos escenarios hipotéticos. En este caso, habrá tres. 1. Escenario base: Considerando flujos de salida estables y basados en contratos. 2. Escenario de shock adverso: Habrá salidas de liquidez limitadas, una caída de un escalón en el rating crediticio y se mantendrá la actividad comercial. 3. Escenario de shock extremo: Además de salidas más severas de dinero, se congelará la actividad mayorista y se registrarán bajadas de tres niveles en los ratings.
El modelo también presupone que los shocks se producirán de forma ininterrumpida durante seis meses. Se ha elegido este periodo porque se constata que es lo que han durado el 43% de las crisis de liquidez observadas por el supervisor. Además, estos seis meses permiten ver la respuesta a estos shocks de ratios vitales para el futuro de la entidad en esta materia, como la de cobertura de liquidez (LCR, por sus siglas en inglés) y la de financiación estable neta (NSFR).
El examen del BCE no tendrá en cuenta la situación macroeconómica general ni los potenciales shocks sistémicos, sino que se centrará exclusivamente en circunstancias individuales que podrían llevar a las diferentes entidades a crisis de liquidez concretas.
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