La máxima de que las apariencias pueden tener poco que ver con la realidad se cumple también en el universo financiero. Un estudio del Banco Central Europeo (BCE) lo acaba de constatar en el terreno de la venta de préstamos hipotecarios empaquetados en bonos y colocados a inversores en el Viejo Continente en forma de titulizaciones. Los bancos con mejor reputación no fueron inmunes al boom que se vivió justo antes de la crisis y titulizaron préstamos de peor calidad que sus competidores menos respetados.
Pese a ello, su alta respetabilidad no solo los protegió frente a los inversores, que siguieron comprando sus titulizaciones, sino también frente a las agencias de rating. «Las colocaciones que realizan los emisores reputados tienen menos probabilidad de tener una rebaja de la calificación a pesar de la bajada en la calidad del colateral», dice el estudio.
Esta conclusión es el resultado del análisis de 4.247 titulizaciones hipotecarias europeas, tanto de viviendas como de locales comerciales, entre 1999 y 2007, con el objetivo de evaluar el comportamiento de los bancos que vendieron esos productos durante el boom previo a la crisis. En la lista hay una fuerte representación española, ya que el 13,5% de las titulizaciones estudiadas tienen esa nacionalidad. También hay un representante español entre los bancos considerados más reputados: Santander, que acompaña a nombres como Lehman, Morgan Stanley, Barclays, Credit Suisse o Deutsche Bank.
En todos los casos, lo importante no era la nacionalidad de los bancos sino su reputación y el origen europeo de las titulizaciones que vendieron en el mercado, ya que los autores del informe señalan que este mercado ha sido muy estudiado en Estados Unidos, pero no en el Viejo Continente.
La meta de los investigadores del BCE era descubrir si la reputación sirve como un mecanismo de autodisciplina que lleva a los bancos más respetados a evitar las malas prácticas para mantener su conducta a la altura de su imagen pública. «Idealmente, la preocupación por la reputación debería mitigar el comportamiento oportunista de los emisores», destaca el estudio. «Asumiendo que los emisores tienen intención de seguir accediendo al mercado a largo plazo, la pérdida de la reputación debería actuar como un incentivo para asegurar que el banco tituliza activos de una relativa alta calidad», añade.
Esa regla se cumplió durante los primeros años del siglo, durante los ejercicios tranquilos. Las titulizaciones de los bancos más respetados (medidos por el volumen de emisiones realizadas) estaban respaldadas por hipotecas de mayor calidad, que tenían ratios inferiores de impago y que tenían menos probabilidades de obtener una rebaja de calificación por parte de las agencias de rating.
Pero esta situación cambió cuando el mercado de titulizaciones entró en ebullición y los volúmenes de emisión se dispararon. Entre 2005 y 2007, cuando se produjo el boom previo al estallido de la crisis, el informe señala que los bancos más respetables no fueron inmunes a la efervescencia y que comenzaran a sacar al mercado instrumentos con peor calidad con tal de seguir vendiendo y consiguiendo rentabilidades.
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