En las últimas seis décadas, España ha vivido “un periodo de rápido crecimiento de rentas y de moderado aumento de la población y el empleo”, si bien el comportamiento “no ha sido uniforme”, dando lugar a importantes “disparidades” por regiones. Así lo concluye el análisis económico de la etapa 1955 a 2016 que acaba de publicar Fedea y en el que detalla que, aunque esta brecha va reduciéndose progresivamente, el ritmo es tan lento que se tardarían 80 años en recortar a la mitad las diferencias de riqueza que persisten hoy entre las comunidades autónomas.
El informe de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), La dinámica territorial de la renta en España, 1955-2016: una primera aproximación, recoge que en este periodo la población ha aumentado un 59%; el número de ocupados, un 63%; el PIB se ha multiplicado por 8,6; y la renta real por habitante ha aumentado un 2,76% anual, siendo hoy 5,4 veces superior a la de 1955.
Este es el resultado de un camino sinuoso que el director de Fedea, Ángel de la Fuente, divide en cinco etapas: una primera expansiva, de 1955 a 1974; una de crisis entre 1973 y 1985; un nuevo auge desde entonces a 2007, con un breve retroceso a comienzos de los noventa; la Gran Recesión que se alargó hasta 2013; y el periodo de recuperación actual.
Así, entre 1955 y 1989 las diferencias de renta per cápita entre regiones se redujeron a la mitad mientras que el ritmo de equiparación se ha estabilizado desde entonces. Según Fedea, cuyo informe ha contado con la financiación de BBVA y la colaboración del Ministerio de Economía, volver a lograr una reducción a la mitad de la brecha de rentas actual no se lograría hasta los albores del próximo siglo.
Hasta los años ochenta, la convergencia de renta por habitante con la media nacional fue a la baja para las grandes comunidades industriales (Madrid, País Vasco y Cataluña), estabilizándose luego con una ligera tendencia alcista, y creciente para las comunidades del sur (Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha o Murcia) que se estancan en las últimas tres décadas. A su vez, las regiones del noroeste han mantenido un crecimiento estable, las de la cuenca del Ebro o el Levante, un movimiento sostenido a la baja, y los territorios insulares han mantenido una tendencia claramente al alza durante la mayor parte del periodo que se ha visto revertido en buena medida durante la última recesión.
Esta evolución viene también marcada por el movimiento geográfico de la población, que ha tendido a concentrarse en las zonas más ricas, con un incremento del 60% de las regiones industriales entre 1950 y 1980 o una salida del 20% de los territorios del sur en el mismo plazo.
Así, en cuestión de renta per cápita, las comunidades más pobres han mejorado y las más ricas han perdido terreno, si bien el ritmo de convergencia ha ido rebajándose hasta el 0,82% anual. En estos 60 años, los ciudadanos de nueve regiones han ganado renta, los de siete la han perdido y los de Andalucía y La Rioja se quedan casi igual. En el proceso, Extremadura se ha mantenido como la región más pobre mientras que Madrid ha arrebatado al País Vasco el primer puesto en rentas.
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