Es una de las posibles fórmulas que más seducen a los empresarios, al igual que la de la grabación de sonidos en la oficina. Sin embargo, recuerdan los expertos, su implementación no es del todo fácil, ya que deben cumplirse una serie de requisitos para poder ponerse en marcha. Por un lado, debe haber una necesidad justificada, “legitimada y con una base jurídica”, comenta Raúl García, socio director del área laboral de EY. Pero también deben cumplirse los principios de proporcionalidad e idoneidad, “por lo que no todo vale”.
Además, la empresa está obligada a comunicar a los trabajadores y a sus representantes la instalación de estas herramientas, así como el fin concreto para el que se han colocado. “Hay más garantías, como la prohibición de utilizarlas en áreas de descanso o esparcimiento”. En protección de datos, resume Escribano, suele haber tensión con otros derechos, por lo que, aunque el método es factible no siempre es fácil calibrar la balanza.
Donde sí hay un hueco al que las empresas pueden aferrarse con más facilidad es en la seguridad. En determinados sectores, sobre todo los relacionados con ambientes fabriles e industriales, la prevención suele ser uno de los puntos que más puertas abren a métodos que a priori chocan con el derecho a la intimidad. Pese a ello, recuerdan los juristas, no siempre es fácil poder utilizarla para vigilar la efectividad de la jornada. “La capacidad de sorprender a los trabajadores a través de cámaras es claramente limitada”, dice García.
Geolocalización. Es un método que, en opinión de Escribano, va a tener cada vez más peso debido a los avances tecnológicos y a las herramientas aportadas por la compañía, “desde el móvil hasta el coche de empresa”. Como en el caso de las videocámaras, aquí también rigen los derechos de proporcionalidad e idoneidad, y también debe informarse a los empleados de su adopción. Además, prosigue la experta, no se puede imponer un control de la actividad más allá de la jornada, y el empresario debe ser proactivo en informar al trabajador acerca de cualquier detalle. “Estos serían los únicos límites”.
Con todo, recuerdan los juristas, y pese a los límites legales que permiten a las empresas recurrir a estas fórmulas en ciertos casos, hay que tener en cuenta que las relaciones laborales están basadas en la confianza entre compañía y empleado. Y que estos métodos no siempre tienen los resultados esperados.
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