En 2018, el número de contratos registrados en las oficinas públicas de empleo de toda España que implicaban movilidad laboral superó por primera vez los tres millones. Concretamente 3.115.364 de dichos contratos exigían que el trabajador debía trasladarse a otra provincia distinta a la de su residencia para realizar su actividad laboral, un 7% más que el año anterior. Con ello, la tasa de movilidad en España escaló el pasado año hasta el 14%, la cifra más alta desde que se contabiliza en 2001.
Así lo ha puesto de manifiesto hoy el servicio de estudios del grupo de empleo temporal y de recursos humanos Randstad, que ha analizado la movilidad interprovincial en todas las comunidades autónomas el pasado año. En concreto ha analizado dos variables: por un lado, el porcentaje de contratos que suponían movilidad laboral (tasa de movilidad) y, en segundo lugar, la diferencia entre los contratos firmados por quienes entraron en una provincia para trabajar y los contratos firmados por ciudadanos de esa misma provincia para trabajar en otra.
Según estos parámetros, las provincias o comunidades uniprovinciales donde hubo más movilidad laboral en 2018 fueron Cuenca, con una tasa de movilidad del 33% (uno de cada tres contratos firmados en esa provincia implicaba irse a trabajar a otra); Huesca (con una tasa del 28%) y Lleida y Guadalajara (con un 26% de movilidad laboral cada una).
Mientras que, si se tiene en cuenta el saldo entre los contratos con movilidad que entran en una provincia y los que salen de ella hacia otra, generalmente limítrofe, se observa que en España hay 15 provincias receptoras, que acogen a más profesionales de los que se marchan a trabajar a otras provincias; pero la mayoría son emisoras porque salen más trabajadores que llegan.
Dentro de cada comunidad autónoma hay claramente unas provincias que atraen a nuevos trabajadores y otras que los pierden. Así, por ejemplo, en Andalucía, Málaga encabeza las receptoras, con un saldo positivo el pasado año de 20.904 trabajadores de otras provincias, al tiempo que Cádiz registró un saldo negativo de 71.047 trabajadores, según los contratos registrados en el SEPE. Otro ejemplo se da en Castilla La Mancha, donde Albacete y Cuenca ganan conjuntamente más de 20.000 trabajadores de otras provincias una vez descontados los que salieron de ellas, mientras que Toledo perdió 45.824 contratados.
Según esto, Madrid y Barcelona son, con diferencia, las provincias más receptoras. A Madrid llegaron en términos netos 244.123 trabajadores el pasado año (llegaron poco más de medio millón y salieron 258.618). Mientras que Barcelona terminó el año con 109.768 trabajadores llegados de otras provincias más.
La agricultura es el sector que más tasa de movilidad registró el pasado año, ya que uno de cada cuatro contratos firmados para estas actividades requería el traslado a otra provincia para realizar el trabajo. Le siguió la construcción, con una tasa de movilidad del 17,2%; los servicios, con movilidad en el 11,8% de los contratos y finalmente, la industria (10,2%). Con respecto a año 2017, los contratos con movilidad crecieron en todos los sectores, siendo en las actividades de servicios donde más aumentaron (casi un 9%).
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