En 2017 la presión fiscal para el 40% de los hogares con menos ingresos se ha reducido, mientras que ha aumentado para el resto de las rentas, según refleja el informe Observatorio sobre el reparto de los impuestos y las prestaciones monetarias entre los hogares españoles publicado este miércoles por la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea).
El informe, que analiza el impacto distributivo que impuestos y prestaciones sociales tuvieron entre 2016 y 2017, señala que la presión fiscal del 20% de los hogares más pobres, los que tienen ingresos inferiores a los 12.000 euros, disminuyó gracias a que su renta tuvo un avance mayor que los impuestos que tuvieron que abonar.
La recuperación económica, la consecuente creación de trabajo y los coletazos de la rebaja fiscal de 2015 aprobada por el Gobierno de Mariano Rajoy explican en parte esta evolución positiva. Aun así, el tipo medio efectivo que soportan —la diferencia entre renta bruta e impuestos abonados (IRPF, IVA y especiales), que fue del 27,7% en 2016 y del 25,26% en 2017— es superior al de algunos tramos con rentas brutas mayores, una anomalía recurrente también en las anteriores ediciones del estudio.
Las razones de esta distorsión, explica Jorge Onrubia, coautor del estudio junto a Julio López Laborda y Carmen Marín, no son exclusivas de España y lo explican varios factores. Entre ellos, el peso que sobre este colectivo tiene las cotizaciones sociales —la existencia de bases mínimas y máximas que son regresivas— y de los impuestos indirectos sobre el consumo —como impuestos especiales e IVA—. “Independientemente del nivel de renta que tengas te enfrentas a la misma cerveza o refresco que los hogares que tienen rentas más altas”, ejemplifica Onrubia, quien subraya que “es positivo que [la presión fiscal] haya bajado”.
Los impuestos y las prestaciones públicas fueron responsables de más de un 30% en la reducción de desigualdades entre rentas, un porcentaje en línea con las anteriores ediciones del informe, según Fedea. El grueso de este efecto no procede sin embargo de los tributos, sino de las prestaciones del Estado, principalmente las pensiones, que contribuyen por un 90% al efecto redistributivo del sistema.
Pese a que el impacto de los impuestos en el sistema redistributivo sea reducido, también todos los tributos analizados en el informe han contribuido a reducir la brecha entre rentas. Entre ellos, el IRPF es el que con mayor efecto redistributivo. “Es la única figura del sistema fiscal realmente progresiva y por tanto correctora de desigualdad”, explica Onrubia, “pero su efecto no se nota mucho hasta el tercer quintil”, es decir, hasta las rentas inferiores a los 30.000 euros. El índice de Gini —que mide la desigualdad— se redujo un 3,46% en 2017, el mayor descenso registrado entre 2013 y 2017. Por eso Onrubia señala que el aumento de la desigualdad causado por los impuestos indirectos, en particular el IVA —que por su elevada recaudación tiene un peso específico muy importante en el desfase entre rentas—, también creció menos en 2017.
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