La fuerte desaceleración del crecimiento de la productividad y, por consiguiente, de los salarios reales registrada desde 1990 es el factor que más ha contribuido al progresivo deterioro de la salud financiera del sistema público de pensiones, según un estudio publicado por la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea).
El trabajo, realizado por Ángel de la Fuente para un libro electrónico sobre las pensiones del futuro, publicado por el Instituto Santa Lucía, señala a la desaceleración de la productividad como el principal factor de deterioro del sistema de pensiones, por delante del rápido envejecimiento de la población española, que ha supuesto una reducción del número de personas en edad de trabajar.
En detalle, en las últimas tres décadas (1985-2016) el saldo financiero del sistema se ha ido deteriorando a un ritmo medio de 0,76 puntos porcentuales anuales. El componente del indicador de la salud financiera del sistema público de pensiones (ISF) con un efecto negativo más fuerte sobre su evolución es el deterioro del componente de evolución salarial (1,36 puntos anuales), que recoge los efectos del desplome del crecimiento de la productividad.
El otro gran efecto negativo es el que refleja la adversa evolución de la situación demográfica, resumida por la tasa de dependencia de mayores, con una contribución negativa a la variación del ISF de 1,10 puntos anuales, según el estudio.
No obstante, Fedea matiza que el impacto negativo de estos factores se ha visto compensado parcialmente por una mejora de la tasa de ocupación que refleja fundamentalmente la creciente incorporación de la mujer al mercado laboral, por una gradual reducción de la generosidad de las normas de cálculo de la pensión y por un incremento de los recursos disponibles que recoge, entre otras cosas, la creciente aportación del Estado a la financiación de los complementos de mínimos de las pensiones.
El análisis argumenta que la productividad es uno de los factores clave para la sostenibilidad y suficiencia de los sistemas públicos de pensiones, ya que en un sistema contributivo y de reparto como el español, la pensión viene a ser una media de los salarios percibidos por el trabajador durante buena parte de su carrera laboral y los ingresos del sistema de pensiones en cada momento dependen de la masa salarial agregada.
Dado que en una economía de mercado los salarios reflejan la productividad del trabajo, el análisis concluye que este factor se convierte en un determinante «crucial» del nivel sostenible de generosidad del sistema de pensiones y de su salud financiera. De esta forma, subraya que una mayor productividad se traduce directamente en una pensión más generosa a nivel individual y hace posible pagar tales pensiones a nivel agregado.
«Cuanto mayor sea el crecimiento de la productividad, más generosas podrán ser las pensiones en relación a lo cotizado, o mejor será la situación financiera del sistema dado su nivel de generosidad», explica. Esto se debe a que los ingresos del sistema de pensiones dependen del salario medio actual, mientras que sus gastos son una función del salario medio durante las últimas décadas y el ratio entre estas dos variables depende de la tasa de crecimiento de la productividad.
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