En el caso de las familias, el alivio de su factura financiera ha sido sorprendentemente intenso en los diez últimos años. En el tercer trimestre de 2008, con los niveles de endeudamiento de los hogares en máximos y con los tipos nominales elevados, la factura financiera ascendió a 11.295 millones de euros; en los cuatro trimestres del año natural 2008 la factura financiera fue de 40.124 millones de euros, según la Contabilidad Nacional.
Solo dos años más tarde el descenso de la factura financiera de los hogares había descendido al entorno de los 16.000 millones de euros (4.000 millones al trimestre), fundamentalmente por la caída de los tipos activos, que siguieron al recorte de los tipos directores de la autoridad monetaria. A partir de ese momento es el desapalancamiento continuo de las familias lo que reduce la factura financiera, que desciende hasta los 4.454 millones de euros anuales (los últimos cuatro trimestres contabilizados, con 1.010 millones en el segundo trimestre de este ejercicio).
Esta reducción de los costes financieros ha ensanchado la renta disponible de los hogares, que a su vez han recuperado niveles crecientes de esta misma variable como consecuencia combinada del avance del empleo y de las rentas salariales desde 2013. El resultado de tales avances es el tirón sostenido del consumo y la recomposición de los niveles de inversión, que ya superan en términos de PIB a los del ahorro: 5,5% de la renta disponible como formación bruta de capital, y 5,1% de la renta disponible como ahorro. La recomposición de la inversión en parte se refleja también por la toma de nuevo crédito. La última caída de la renta bruta disponible de los hogares y, como consecuencia, del consumo, se registró en 2013.
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