La Reserva Federal estadounidense tomó en marzo la decisión insólita de comenzar a comprar deuda corporativa en el mercado secundario y la puso en práctica el pasado 15 de junio, en un movimiento ya esperado por los inversores pero que supuso todo un revulsivo para la renta fija privada.
El volumen adquirido en sus primeras compras, según los datos anunciados hoy, asciende a 428 millones de dólares (382 millones de euros), una cifra de principiantes si se compara con los más de 200.000 millones de euros que forman el programa de compra de deuda corporativa del BCE, iniciado en 2016. La Fed ha adquirido también 5.300 millones de dólares en fondos cotizados de bonos corporativos. Sus compras directas se limitan por el momento a 44 compañías, una parte muy pequeña de los 790 del universo disponible, según lo anunciado por el banco central.
Las adquisiciones directas de la Fed en mercado engloban un total de 118 emisiones individuales que incluyen a las grandes compañías estadounidenses y que se ajusta a un índice propio elaborado por la Fed y en el que pretende replicar la composición del universo de los bonos del mercado secundario. Así, en ese índice, el mayor peso corresponde a compañías de consumo no cíclico, con el 20,29%, seguido del consumo cíclico, con el 16,22% y utilities, con el 10,3%. Las adquisiciones en el secundario han seguido más o menos ese patrón y se han concentrado en un 20,77% en el consumo no cíclico y el 14,98% en el cíclico, mientras que las compras en bonos de compañías de energía han sido algo inferiores y sí superiores en bonos de tecnológicas, con el 10,14% del total.
La Fed ha incluido en sus compras bonos un amplio listado de compañías, que incluye a las automovilísticas General Motors y Ford, la aerolínea Boeing y las hoteleras Hyatt Hotels y Marriott, sectores especialmente afectados por la crisis. También petroleras como Exxon Mobil y Chevron, a las que se suman AT&T, Home Depot, WalMart, IBM, Medtronic, Pepsico, Coca-Cola, Caterpillar, Berkshire Hathaway, el brazo inversor de Warrn Buffett, o Philip Morris.
La Fed también ha ido un paso más allá en esta crisis al decidir la compra de los denominados ángeles caídos, compañías que han perdido el grado de inversión y han pasado a la categoría de high yield, de una inferior calidad crediticia. Es el caso de la compra de bonos de Ford. Aun así, sus compras de deuda corporativa en mercado se han concentrado en bonos con rating AAA/AA/A, con el 48,07% del total, y de rating BBB, con el 48,31%. Solo el 3,62% restante queda por debajo del grado de inversión, con un rating BB. El plazo medio de la deuda adquirida es de 3,3 años.
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