La división de los países de la UE en bloques con intereses contrapuestos dificulta aún más lo que ya se presentaba como una cuadratura del círculo, la aprobación del plan de recuperación y los presupuestos para los próximos siete años. A un eje francoalemán en pérdida de influencia se le une la hiperactividad de los frugales, las líneas rojas del grupo de Visegrado y las reivindicaciones de los Amigos de la cohesión. Son coaliciones de intereses que, aunque con historia a sus espaldas, han reforzado su presencia en los últimos meses y ahora están todos velando armas de cara a la cumbre de jefes de gobierno de este viernes y sábado, donde Europa se juega su recuperación y algunas cosas más.
La derrota de la candidatura de Nadia Calviño a la presidencia del Eurogrupo demuestra algo que se ha ido confirmando en los últimos dos años, que los cuatro grandes ya no son suficientes para imponer una decisión. Por mucho que supongan el 80% del PIB de la zona euro pueden ser derrotados. Hay precedentes. También Merkel y Macron plantearon en el 2018 la culminación de la unión bancaria y la creación de un presupuesto de la zona euro y, sin embargo, la labor de zapa de Holanda y otros países frugales lo ha impedido. Ahora, el presupuesto de la eurozona se ha borrado del escenario.
En ello tiene que ver la debilidad relativa de Francia, a pesar de los esfuerzos de Macron, impecable en los discursos, pero menos eficaz en el día a día, y el crepúsculo de Merkel, que ya ha enfocado su salida de la escena política, aunque la pandemia la obliga a una última actuación que se espera decisiva. Es la misma canciller que, en julio del año pasado, vio cómo su pacto para colocar al socialista Franz Timmermans al frente de la Comisión Europea era saboteado por sus socios populares europeos. La firma de Merkel fue papel mojado, Timmermans perdió la presidencia y la solución improvisada llevó a Ursula von der Leyen al frente de la Comisión.
El peso de Alemania y Francia sigue siendo enorme, pero no suficiente. Son ellos los que plantearon los 500.000 millones en transferencias que forman la parte esencial del plan de recuperación, pero su empuje no garantiza la aprobación. Por otro lado, la salida del Reino Unido ha hecho despertar a los autodenominados frugales, con Holanda al frente. Se iba el hermano mayor, con el que coincidían en una visión muy librecambista y poco integracionista, con el que podían contar como país grande para defender sus posiciones. A falta de tener a un campeón en su bando, multiplican la actividad y las alianzas de intereses vía los frugales (Holanda, Austria, Suecia y Dinamarca) o la Nueva Liga Hanseática, que reúne, entre otros, a los pequeños países costeros del mar Báltico y el mar del Norte, inquietos por el discurso integracionista de Macron.
Es una rebelión en la que juegan un papel destacado los calvinistas. “Muchos dicen que somos la nación más calvinista del mundo”, dijo en el 2009 el primer ministro holandés, Jan Peter Balkenende, para añadir que “el trabajo duro, un modo de vida frugal y la tenacidad de opinión forman el carácter de los holandeses”. Una década más tarde, su sucesor Mark Rutte se autodenomina frugal y da muestras de gran tenacidad, aunque los países del sur la interpretan como pura intransigencia.
Para completar el círculo de dificultades, aparecen los cuatro de Visegrado, con sus dos puntales, Hungría y Polonia, puestos en el punto de mira por su violación del Estado de derecho, además de la República Checa y Eslovaquia. Mantienen una rotunda oposición a condicionar el acceso a los fondos al respeto de los valores europeos. “Dejemos este debate de lado ahora… Vamos a resolver los problemas económicos, recuperar nuestras economías, empezar a crear puestos de trabajo, entonces podemos continuar con los debates sobre el Estado de derecho”, dijo el viernes el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, en una amenaza clara de vetar los presupuestos si se introducen estas condiciones.
Lo cierto es que, en su última propuesta, Charles Michel ha rebajado la contundencia de esta cláusula, al plantear que las decisiones en este terreno se tomen por mayoría cualificada, lo que da margen al grupo de Visegrado para intentar encontrar suficientes aliados para bloquear cualquier decisión. El equipo de Michel destaca que sería la primera vez que se introduciría este tipo de condicionalidad. Por la misma razón encuentra más resistencias, no solo de los potenciales afectados, sino incluso por la complicidad mostrada en los últimos días por Angela Merkel, que ha suprimido esta cláusula de sus prioridades.
En referencia a los presupuestos, los que intentan formar frente común son los Amigos de la cohesión, una quincena de países receptores netos de los fondos europeos entre los que están algunos del sur como España y Portugal y otros del este como Polonia y Hungría.
Powered by WPeMatico