Larga vida al dinero gratis. Los tipos bajos en Estados Unidos seguirán acompañando a la economía y a los mercados durante los próximos tres años. Esa es una de las premisas de la nueva estrategia de política monetaria de la Reserva Federal. Después de que el 27 de agosto el presidente de la institución, Jerome Powell, adelantara que el banco central estadounidense estudiaba el replanteamiento de sus objetivos, se confirmó que las tasas de interés permanecerán sin cambios en la horquilla del 0 y 0,25% durante, al menos, los tres próximos ejercicios. Es decir, la era de tipos cero que retornó el pasado 15 de marzo se prolongará al menos hasta 2023 y no se espera una nueva subida hasta 2024.
Ayudar a la recuperación y fomentar el empleo son los objetivos primordiales de la Fed y para ello uno de los puntos claves de la nueva estrategia es la flexibilización de la inflación. Si hasta la fecha la institución se marcaba como objetivo el 2% para endurecer la política monetaria, a partir de ahora opta por aspirar a una media del 2% en el largo plazo. Este cambio por insignificante que parezca supone un giro en la orientación del banco central por la cual periodos de baja inflación podrán compensarse con otros en los que el indicador se sitúe por encima del 2% sin que esto derive en una subida anticipada de los tipos de interés. El responsable de la política monetaria estadounidense está dispuesto a sacrificar el objetivo de la inflación a cambio del crecimiento económico y de la mejora del mercado laboral, garantizando un largo periodo de tipos de interés reducidos.
“El comité espera mantener una posición acomodaticia de la política monetaria hasta que se logren estos resultados”, señaló la Fed al término de la reunión del Comité de Mercado Abierto (FOMC). Además de los tipos de interés bajos, la institución “se compromete a utilizar toda su gama de herramientas para apoyar la economía». En los próximos meses el banco central de EE UU aumentarán sus tenencias de deuda pública y valores respaldados al ritmo actual con el objetivo de mantener unas condiciones financieras acomodaticias y apoyar la concesión de crédito a hogares y empresas. A la hora de determinar los ajustes de la política monetaria, la Fed tendrá en cuenta una amplia gama de informaciones que van desde los indicadores macroeconómicos tradicionales como las presiones inflacionistas, las expectativas de precios o el mercado laboral, hasta otros como las lecturas sobre la salud pública y los acontecimientos financieros e internacionales.
Como ya señaló en anteriores citas, la Fed remarca que la evolución de la economía dependerá de la evolución del Covid-19. “La actual crisis de salud pública seguirá pesando sobre la actividad económica, el empleo, y la inflación a corto plazo, y plantea riesgos considerables para las perspectivas económicas de a medio plazo”, aseguró el organismo. A pesar de que el futuro continúa siendo muy incierto la reactivación de la actividad ha permitido la mejora de los indicadores, una tendencia que según las proyecciones de la Fed se mantendrá en los próximos meses. Las previsiones del comité han mejorado para el corto plazo –prevén que el PIB se contraiga un 3,7% este año frente al 6,5% que auguraban en junio–. La vuelta al crecimiento se aplaza a 2021, año para el que se espera que la economía de EE UU se eleve un 4%, una décima menos de lo previsto hace tres meses, pues como señaló Powell la recuperación será lenta.
La Fed confía además en que la tasa de desempleo siga recogiendo la creación de empleo de los últimos meses y ayer mejoró su estimación para cierre de año al 7,6%, frente al 9,3% de junio. Una mejoría que ya en 2023 rozaría el pleno empleo, al calcularse una tasa de paro del 4%. No obstante, Powell reconoce que la desigual recuperación seguirá pesando en el mercado laboral que continuará lejos de los niveles previos a la crisis.
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