De los cerca de 72.000 millones de euros que recibirá España en forma de subvenciones directas, el 33%, unos 23.700 millones, irán destinados a la transformación digital. En esta línea, los expertos piden utilizar buena parte de los recursos disponibles para modernizar el mercado laboral, llevando tecnologías como el Big Data o la Inteligencia Artificial al SEPE y a los servicios de empleo de las comunidades autónomas para facilitar el acercamiento entre la oferta y la demanda de empleo. También animan a crear una base de datos de acceso de vacantes laborales, con fácil acceso a personas en paro y a empresas, así como establecer un sistema de uso compartido de información entre servicios sociales y servicios de empleo.
En Fedea animan a aprovechar los fondos para diseñar un mercado laboral compatible con la mejora de la productividad, eliminando la elevada e injustificada precariedad laboral. También piden un refuerzo de los programas de formación, asesoramiento y activación para los beneficiarios del IMV mediante acuerdos con los servicios sociales y de empleo regionales, y un programa para la formación en el puesto de trabajo.
Por último, alientan a la puesta en marcha de un programa para la mejora de la calidad de la gestión empresarial centrada en la digitalización de pymes, formación de gestores y ayudas a la mejora del capital organizativo.
Si la digitalización copa buena parte de los fondos, otro tanto se lleva la transición verde, con un 37% del desembolso final, unos 26.600 millones de euros. En Fedea piden aprovechar buena parte de ese tirón para reindustrializar el tejido productivo español con las nuevas tecnologías limpias, «en línea con el New Green Deal», como la inteligencia artificial, la robótica y la informática de alto rendimiento, tecnologías cuánticas y comunicaciones. También piden colaborar a nivel europeo para mantener la competitividad de la industria de la automoción y el desarrollo de tecnologías complementarias como los vehículos y las baterías eléctricos.
Los expertos demandan también diferentes programas de aumento de competitividad de la industria, en particular de la industria intensiva en energía en un contexto de descarbonización, además del desarrollo de proyectos piloto, demostración y comercialización de tecnologías industriales descarbonizadas en sectores estratégicos. También ven con buenos ojos programas de generación de capacidad productiva de componentes para la transición energética: energías renovables, baterías y otros sistemas de almacenamiento, equipos de alta eficiencia y vehículos eléctricos.
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