La banca española es la que ha sufrido una mayor reestructuración en Europa desde que estalló la crisis financiera en 2008. Primero fue la crisis derivada de la burbuja inmobiliaria de 2008, luego la digitalización y el Covid, a lo que se añade ahora la presión que introduce en el mercado la fusión de CaixaBank y Bankia, o en menor medida la de Liberbank y Unicaja. Y la baja rentabilidad, que incluso está ahora en negativo, como la falta de ingresos. Todo ello, unido a los cambios de hábitos de los consumidores, está llevando al sector bancario a poner en marcha una nueva y drástica reestructuración y revolución, con el apoyo de los supervisores que buscan que la banca mejore su rentabilidad, aunque sea por la vía de la eficiencia.
Es posible que los cambios que se están produciendo en la actualidad, y que supondrán una transformación radical en el sector, sea el último ajuste por el que atraviese la banca en años. Aunque también es cierto que la actual reestructuración durará todavía algún tiempo, según coinciden varios expertos. Solo las fusiones transfronterizas o las uniones con grandes tecnológicas podrían superar la revolución bancaria actual.
La presión de los supervisores tanto nacionales como internacionales están forzando a las entidades a volver a cerrar centenares de oficinas y a despedir a miles de empleados incluso sin procesos de fusión, justo en un momento en el que el desempleo se ha desbocado a causa de la pandemia y la paralización de varios sectores de la economía.
En la actualidad ya hay planes de los bancos para despedir con prejubilaciones y bajas incentivadas a unos 15.000 empleados, como publicó este periódico. Solo desde 2008, ejercicio en el que bancos, cajas y cooperativas de crédito tenían más plantilla y oficinas de su historia, y que coincide con el año en el que se inició el primer ajuste sectorial, el conjunto de las entidades de depósito han destruido más de 100.000 empleos netos. Desde ese año, en el que el sector financiero contaba con 278.301 empleados, y hasta 2019, ejercicio en el que el total de la plantilla sectorial ascendía a 176.838, las bajas suman 101.463, según los últimos datos del Banco de España. Fuentes del sector apuntan a que ya en marzo el número de empleados había descendido a 175.889.
Si a estas cifras se le suman las salidas que se producirán entre este año y el que viene, según los planes que tienen las propias entidades, y los que ya han abandonado su trabajo este año, la destrucción de empleo en el sector bancario suma más de 120.000 trabajadores en solo 13 años. De esta forma, la plantilla del conjunto del sistema financiero español ascendería a finales de 2021 a unas 158.300 personas.
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