Los planes de pensiones de empleo no levantan cabeza. Este tipo de vehículo de ahorro complementario para la jubilación, que se crea por iniciativa del empleador (ya sea una empresa o una Administración pública), cuenta con 1,966 millones de partícipes. Pero en los últimos diez años esta cifra se ha reducido en 183.000 personas.
El Gobierno quiere impulsar este tipo planes de pensiones, en detrimento de los planes individuales. Considera que este formato de inversión, ligado a la relación laboral, es el más óptimo para acumular un patrimonio que complete la pensión pública. Por eso, va a empeorar el régimen fiscal de las aportaciones a planes de pensiones individuales (al reducir el tope anual desgravable de 8.000 euro anuales a solo 2.000 euros), y va a mejorar ligeramente el régimen de los planes de empleo.
Esta figura jurídica lleva años languideciendo. En la actualidad hay ahorrados bajo esta fórmula 34.765 millones de euros, de acuerdo con los cálculos realizados por la asociación de las gestoras y fondos de pensiones (Inverco). La cifra es un 1,4% inferior a la que había a finales de 2014.
Esta caída sería mucho mayor si no fuera por la revalorización que han vivido en este periodo los activos (bonos y acciones) en los que invierten estos planes de empleo. El rendimiento anual medio en los planes de empleo en los últimos cinco años ha sido del 2,2%.
Sin embargo, si se tiene solo en cuenta el dinero que entra y sale de este tipo de vehículos, el balance es desolador. Desde finales de 2011, cada año sale más dinero del que entra en el sistema. En estos ocho años y nueve meses han salido casi 3.600 millones de euros. Es decir, que las nuevas aportaciones que se realizan no compensan a las decenas de miles de dueños de planes de empleo que se jubilan y comienzan a cobrar su prestación.
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