Los confinamientos decretados por las autoridades durante el segundo trimestre de este año para combatir la pandemia cambiaron muchas cosas. También, y como no podía ser de otra manera, los patrones de consumo. Como consecuencia de ello, los precios subieron más de lo que dijeron los gobiernos. En concreto, entre dos y tres décimas en siete de las ocho regiones que analiza un trabajo publicado por el Fondo Monetario Internacional (FMI). La brecha, en concreto y en términos medios, se sitúa en 0,23 puntos porcentuales (pp). En el caso de España, el IPC habría sido superior en 0,36 puntos porcentuales respecto de lo que en su día estimó Estadística.
Esta es la tesis central de un trabajo realizado por los servicios técnicos del FMI, en el que se acredita, para el conjunto del planeta, que tanto los encierros como el trabajo desde las casas y el distanciamiento físico obligaron a las familias a destinar más dinero a gastos de alimentación y vivienda y menos a otros bienes 12que, por razones obvias, no estaban a su alcance, como los viajes. Sin embargo, sostiene el FMI, los institutos de estadística nacionales no incorporaron esa circunstancia a la metodología con la que se elabora el índice de precios de consumo, que es la referencia que se utiliza para actualizar los salarios, las pensiones o las rentas de alquiler.
El resultado es que los IPC nacionales no reflejaron entre febrero y mayo el movimiento de los precios de forma adecuada, lo que influye no solo en la percepción de los agentes económicos sobre la evolución de la inflación sino, también, en las decisiones de política monetaria por parte de los bancos centrales. El FMI, en concreto, considera que se ha subestimado el aumento de los precios de los alimentos durante ese periodo, mientras que, en paralelo, se ha producido una sobreponderación de la caída de los precios del transporte, lo que explica la infravaloración de la inflación. En el caso de Europa, la región sur del Mediterráneo subestimó la inflación un 0,36%, por encima del 0,06% en el noroeste del continente.
El documento del FMI está firmado por el economista sénior del Departamento de Estadística del FMI, Mashall Reinsdorf, y coincide con otros trabajos, como el del economista de la Universidad de Harvard Alberto F. Cavallo, publicados en los últimos meses, que van en la misma dirección.
Según Cavallo, la ‘inflación covid’ era en septiembre en EEUU del 1,90% en comparación con el 1,41% del IPC oficial, y se da la circunstancia de que esa alza afectaba más a los hogares de bajos ingresos. El economista argentino también encontró evidencias de una mayor inflación a consecuencia del covid respecto de lo estimado por los gobiernos en 12 de los 19 países analizados. Para España, Cavallo estima que el IPC está subestimado en 0,18 puntos.
El resultado de la investigación del FMI parte de una realidad. Al estar los establecimientos cerrados y no poder salir de casa, los hogares optaron por adquirir menos productos no esenciales, como billetes de transporte o ropa, mientras que, por el contrario, aumentó el gasto en alimentación o en la adquisición de bienes para el hogar.
En el primer caso, y debido a la existencia de una demanda residual, los precios cayeron en picado, pero eso no se reflejó en el IPC debido a que, como se ha dicho, los institutos de estadística nacionales no cambiaron la metodología para reflejar los nuevos patrones de consumo. Igualmente, tampoco tuvieron en cuenta el encarecimiento de los productos esenciales. Es más, según el FMI, y como consecuencia de que millones de personas han perdido su empleo, el gasto en artículos no esenciales probablemente seguirá deprimido.
Powered by WPeMatico